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Sentado en la cajuela de una camioneta, de nuevo, temblaba por el frio que le penetraba hasta los huesos. No sé habían molestado en siquiera darle algo mejor para cubrirse y la sudadera maltratada no era suficiente.

Jimin imagino que estos sujetos eran buenos. A su manera, supuso. Lograron acabar con casi toda la secta, robaron sus bienes y luego se marcharon. Y estaba casi seguro que estaba sentado frente al esposo de Giselle. Solo al sujeto grande y a Jimin los rescataron. Las mujeres iban en otro auto, por alguna razón decidieron que era mejor idea separarlos por sexo que llevarlos todos juntos en aquella gran camioneta.

Extraño.

El hombre y él no hablaron. El otro parecía extremadamente preocupado apesar de que vio como llevaron a su esposa e hija a salvo.

Jimin supo que todo se volvería diferente cuando llegaron, justo después del amanecer, a un sitio peculiar. Era como ver aquella muralla china que vio en una revista, pues no le encontraba fin a los gigantes muros de cemento. ¿Que lugar será este? Se pregunto al estar frente a la entrada. Vigilada por cientos de guardias armados, una puerta de metal muy grande se abrió en su paso. Dentro había muchas estructuras que el conocía muy bien, pero no en este estado de un buen mantenimiento.

Davey las llamo fábricas o almacenes en su momento. Le contó acerca de cómo servían para construir cualquier artefacto que fuera de utilidad para los seres humanos. Dentro habría maquinaria y gente con uniformes manejandolas.

También se le hizo raro encontrar a decenas de personas saliendo de ahí. Cargando cajas o dando órdenes.

Este no era un ambiente al que estuviera acostumbrado.

—Hey... chico— Lo llamo el esposo de Giselle.

No respondió pero si levanto la mirada hacia el.

—¿Sabes donde estamos?

Negó —No... lo siento.

—No te preocupes hijo— El hombre inspeccionó los alrededores —De todas maneras no creo que nos pase nada. La gente aquí se ve... normal dentro de lo que cabe.

Jimin no conocía esa palabra. Para el, lo normal sería estar con su grupo refugiándose en algún lugar casi en ruinas, comiendo de las pocas cosas que conseguía Davey. En su memoria no existía la familia perfecta que encontraba en los viejos anuncios publicitarios. Desde que murió su padre, su única familia de verdad se conviertio en solo Davey, y donde el estuviera eso era lo normal. Incluso muchas personas tenían su concepto de normalidad muy distinto al suyo.

—Parece ser una comunidad, aunque nunca vi una tan grande como esta.

—¿Existen comunidades?— Preguntó. Nunca había escuchado ese término.

—Claro que si, ¿nunca te habías topado con una?

—No... Solo he estado con mi hermano y solemos establecernos en un lugar por bastante tiempo. No nos gusta vagar mucho, mi hermano dice que es peligroso.

El hombre se rasco la barba —Pues tu hermano es muy sabio muchacho. Las comunidades suelen ser lo peor de lo peor.

—¿A si?

—Así es chico— Se inclino hacia Jimin —Los únicos beneficios de vivir en una comunidad es que la comida y el agua no te faltaran, como alguno que otro utensilio... como el shampoo. Uf como quisiera lavarme el cabello... Pero a cambio te quitan tu libertad.

—¿Te encierran?

—Mucho peor— Jimin gimió asustado —Te convierten en un esclavo. No seras más que un eslabón más. Manos extras con las que trabajar y no te permitirán irte, estaremos atrapados aquí un buen tiempo.

Carnaval ♤ KookminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora