Si quieres prende con mis cartas una fogata

En el final

La hacienda Meraki se había vestido de gala en esa noche tibia de primavera. Habían adornado la explanada atrás de la casa con infinitas tiras de luces calidas y guirnaldas de flores en todos los postes. Hacia un lateral había un arco nupcial y varias filas de sillas, donde esperaban sentados casi todos los miembros de la familia Reyes- Elizondo. Un poco mas lejos los esperaba una mesa larga donde cenarían luego de la ceremonia.

Sara estaba mas nerviosa que la primera vez que se casó. Iba de un lado al otro de la habitación murmurando para sí misma. Tenía un vestido color hueso sencillo y sobrio que le quedaba impecable. La peluquera ya la había peinado con un semi recogido y el maquillaje estaba perfecto, pero los nervios se habían apoderado de ella desde hacia un rato y no  lograba calmarse. Oyó unos golpecitos en la puerta y vio asomarse a Andrés, que estaba guapísimo con un traje gris oscuro.

- Mamá, pero que preciosa estás -le tomó la mano y le hizo dar una vueltita - papa se va a volver loco cuando te vea!

- Ay Andrés, yo no sé... - murmuró mirandose las manos - es que hacer esto de nuevo, con todo este despliegue...

- Mamá, mami, mírame - le pidió con ternura - tú te lo mereces - la tomó de las manos - papá se lo merece - se las besó - ya han sufrido mucho, no?

- Es que, mi amor - titubeó - me da un poco de vergüenza, sabes? Hacer esto de nuevo, el vestido y la fiesta - Andrés la interrumpió con un abrazo.

- De eso nada, mamá, estamos todos felices de celebrarlos. Yo sé que no te gusta el protagonismo ni llamar la atención, pero hoy es un día especial.

Sara se cobijó en el abrazo de su hijo mayor hasta sentir que la ansiedad se iba yendo lentamente. Respiró hondo y preguntó:

- Ya es hora, no?

Franco la esperaba bajo el arco nupcial. Tenía un traje azul oscuro y Gaby lo habia convencido de ponerse una corbata. Cuando vio venir a Sarita, perdió noción de todo lo que los rodeaba. Le rodeó la cintura con un brazo y le besó suavemente la mejilla. La jueza de paz comenzó a hablar, pero no podía prestarle atención nada mas que al calor de su cuerpo en cada punto donde se conectaban y a la infinidad de pecas que iban desde sus pómulos hasta perderse en su escote. Sólo reaccionó cua do su hermano Juan, que estaba parado a su lado, le dio un codazo disimulado, indicandole que era hora de los votos.

- Sarita - carraspeó emocionado - voy a empezar diciendote que te amo y gracias por hacer esta familia conmigo. - Andrés y Gaby, sentados en primera fila, ya lloraban a moco tendido- Antes de conocerte, no tenía idea que alguien podía amarme así: sin pretensiones y sin pedir nada a cambio. A mi y solo a mi, entero y lleno de defectos. Me enseñaste en todos estos años que lo que soy es suficiente y digno de amar. Gracias por eso. No me va a alcanzar la vida para devolverte todo lo que hiciste por mí, pero me voy a quedar a tu lado por lo que nos quede con tal de hacerte feliz.

Jimena le tendió un pañuelo a su hermana, que estaba hecha un mar de lagrimas.

- Franco Reyes, yo te amo como te amé siempre y más. - respiró hondo y continuó- y yo tampoco sabía que podía amar así hasta que te conocí. Solía pensar que para que alguien me quisiera iba a tener que esconder partes de mí porque yo era demasiado: demasiado altanera, demasiado segura, demasiado mandona - se escucharon algunas risas entre los invitados - y que si alguien veía eso no podría enamorarse de mí jamás. Pero llegaste tú y sacaste lo peor de mí - Franco sonrió entre las lágrimas - y con eso también lo mejor de mi. Y te enamoraste de todo. ¿Cómo iba a hacer yo para resistirme? Es imposible no amarte, Franco Reyes, porque tú y mi familia son lo mejor que tengo. De manera que sí, acepto tu propuesta de ser felices juntos por lo que nos queda de vida.- le tomó las manos, lo miró a los ojos y se inclinó a besarlo, sin esperar a que se lo dijeran.

Escucharon a la gente aplaudir emocionada y se abrazaron con fuerza, sin querer soltarse de nuevo.

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