Tercera recaída

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—Sanji, ¿Estas bien? —preguntó ladeando su cabeza. A lo que Sanji se escondió sobre el hueco entre su cuello y hombro. Era una imagen que no sabía manejar. Luffy se estaba convirtiendo en su perdición sin siquiera saberlo. 

¿Por qué me haces esto Luffy?

Tranquilo. Todo esta bien, capitán, solo me sentí mareado —explicó, levantando la mirada, notando como este cambia rápidamente su expresión, una llena de preocupación. Tan tierno, pensó.

—¡Hay que decirle a Chopper! ¿Qué pasa si es grave? 

—No es grave, ya hable con Chopper. 

Sanji se alejó del delgado pero fuerte cuerpo de su capitán, dando una calada rápida a su cigarro, para luego tirarlo. Joder. Casi cometía una locura después de lo que había escuchado del joven doctor. Extendió la malteada que había recien hecho hacia Luffy, quien con estrellas que sobresalían de sus ojos, lo abrazó, para tomar de golpe la bebida. 

—¡Todo lo que hace Sanji es delicioso! ¡Sanji es el mejor! 

El mencionado sonrió, mientras hacia un ademan para que el otro se marchara, era claro que si no lo hacía, volvería a atacarlo.

Y eso que no hemos hecho el amor, quedarás impresionado, capitán, pensó el cocinero, quien dejó escapar una leve risa al imaginar la escena del momento. Sintiendo como su nariz lo traicionaba, y la sangre hacia su aparición. 

Podía imaginarlo, claro que podía. Había podido ver el cuerpo de Luffy luchado, o simplemente cuando estaban en las duchas, incluso una mirada rapida había sido suficiente para memorizar todo sobre él. Como el completo pervetido que no podía ocultarse. Su inocente capitán hacía aparición todas las noches, después de escuchar la posible atracción de Luffy hacia él. 

Habían pasado días desde que escuchó eso. Pudo notar la mirada de Robin sobre él la mayor parte del día, además de la mirada burlona de Nami, la cual siempre aporvechaba para acercarse a su capitán, y compartir secretos. Eran nakamas, casi familia, pero aun así, incluso siendo una linda dama, Sanji no podía resistir la gran tentación de querer apartarla. 

Nami es bella, él puede admitirlo, y si ella quería, Luffy podía llegar a enomararse de ella. 

Pero, nuevamente estaba en ventaja. 

Las probabilidades de que Luffy estuviera descubriendo que le gustaba no pasaban de los treintas, pero no era cero, y eso, para Sanji ya era un gran avance. 

De igual manera, golpeó su frente a la isla de la cocina. Había estado a punto de besarlo. A punto de probar sus delgados labios y hacerlo suyos. A punto. Después de que apareciera con su maldita e inocente mirada buscando algo para comer, algo que antes hubiera negado rapidamente, ahora lo aceptaba con facilidad. Estaban solos. 

Y un Luffy remojando sus labios, pasando lentamente su lengua sobre estos, mientras dejaba descansar su mejilla su la palma de su mano, mientras lo esperaba extrañamente en silencio. Analizando, incluso podía sentirse completamente expuesto bajo su oscura mirada. ¡Joder! En ese momento, incluso sus manos temblaron, mientras picaba las fresas. ¡Todo por él! 

Su condenado capitán dejó que sus ojos, algo que lo mataban, sonrieran en su dirección, casi como una invitación. 

—¿Por qué Sanji no termina? —había preguntado. Y Sanji aguantó las ganas de confesarle su culpa. No podía, no estaba listo—. ¿Por qué Sanji es lindo?

Y claro, algo dentro de él se rompió, y rodeó la isla para acercarse a Luffy, colocando ambas brazos como una barrera si el contrario quisiera escapar. No habría posibilidades de que lo hiciera. Sanji pudo notar como el sombrero quedó colgando sobre el delgado cuello de su capitán, el cual podría convertirse en una buena obra de darte que sus labios podían marcar, dejando por completo su negro y lacio cabello expuesto, mientras parte de este cubría su rostro. 

Completamente arruinado, Sanji arregló el mechón desordenado hasta ocultar detrás de su oreja, acariciando con su pulgar la cicatriz bajo su ojo. Casi pudo sentir la calida respiración sobre la suya, unidas, de no ser por la pregunta, y su razonamiento regresando. Hubiera dañado todo. 

Hubiera besado a su capitán. 

—Maldita enfermedad, con cura llamada Luffy —gruñó. 

Sintomas; SanLuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora