"La cocinera del principe I"

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Antes de todo quiero advertir que esto se escribirá en un tipo de ambiente muy... fantasioso. Esto de ninguna manera estará hablando de hechos históricos ni de las conquistas, ni nada de eso. Es solo un one shot que puede desencadenar en un fanfic o una historia independiente si así el público lo desea :D

Muchas gracias por estar aquí, no olvides comentar ;)

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Parte 1

Caprichos.

Para muchas personas el vivir o gozar de un privilegio se traduce como: ser caprichoso. Y no lo vamos a negar, aquel que nunca se ha esforzado por obtener algo se puede volver fácilmente muy caprichoso.

Un buen ejemplo de ello era el príncipe de Avonlea.

—¡¿Qué rayos es esto, Sebastián?! ¡Saca a estos inútiles de aquí!

Sentado en su trono, jugueteando con una corona que vale la comida del pueblo, Gilbert Blythe, estaba enfadado. ¿Por qué? Bueno, bastante simple. No le había gustado su almuerzo.

—¿Es que nadie puede prepararme un buen plato de comida?—preguntó, limpiándose con disgusto la boca.—No sabía que tuviéramos tales incompetentes.

Su amigo,—el conde Spurgeon—se acercó a paso lento, con su porte habitual.

—Vas a morir joven si sigues refunfuñando, Blythe.

Bufó.—Deja de molestar, Moody.—musitó.—¡Bash!—el guardia del príncipe entró a la habitación.—Por favor, infórmale a la jefa de las doncellas que necesitamos otro cocinero... de lo contrario moriré de hambre antes que llegue el fin de semana.

—Como diga, su alteza.—dijo haciendo una reverencia.

Por otro lado a unas cuantas millas del castillo una joven de cabellos rojos se encontraba trabajando de sol a sol para ganarse un plato de comida. Tenía a su padre muy enfermo y aunque por ser mujer no ganara mucho, le bastaba para alimentar a ambos.

—Sra Lynde, ¿cómo está?—preguntó bastante animada, la aludida le sonrió, esa muchacha era un caso especial.

—Anne, querida, muy feliz ahora que te veo, ¿cómo está Matthew?

El rostro de la ojiazul decayó un poco.—Pues más o menos, desde el ataque al corazón no puede hacer mucho y eso le frustra a sobremanera.—admitió con tristeza.

—Ya veo...—susurró la mayor.—Quizá le haga bien un poco de tarta de manzana, ¿deseas un poco?

La pelirroja asintió.—Me encantaría.—No todos los días había para postre.

—Por cierto, cariño, ¿te enteraste?—inquirió Lynde, mientras le ofrecía a Anne un sitio donde sentarse.

—¿De qué...?

—Marilla, la hermana de tu padre, es jefa de las doncellas en el castillo y se está volviendo loca.

Anne abrió los ojos como platos, no sabía mucho de esa señora.—¿Qué? ¿Por qué?

—Según dicen el príncipe es un poco... quisquilloso con la comida. Así qué por tercera vez en la semana están buscando a alguien que supla el puesto de cocinero, hasta ahora nadie ha logrado hacerlo comer apropiadamente.

La ojiazul frunció el ceño, incrédula.—¿Nadie? ¿Y cómo rayos sigue vivo?

Rachel se encogió de hombros.—Misterios de la vida, querida.—carraspeó.—Ejem, el punto es que Marilla al ser la encargada de la organización del personal no sabe que más hacer. El mes pasado incluso mandaron a traer a un chef del extranjero, pero no, simplemente no dio resultado.

One shots ∙Anne whit an E∙Donde viven las historias. Descúbrelo ahora