Capítulo 2: Una eternidad negra

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La brisa de Kentucky golpeó el rostro de Jennifer con fuerza. Bajó su maleta del taxi y caminó por el pasto y el jardín que rodeaba su casa. Al llegar a la puerta, sintió una punzada en el estómago, vaya, estaba en casa.

Tocó la puerta mientras el viento azotaba su espalda y hacía que se estremeciera. Su cabello rubio y corto se liberaba en torno a su rostro como una cortina. Su madre, con unos pantalones y una blusa sencilla, abrió la puerta con la respiración entrecortada.

-¿De que te olvidaste,...?

La pregunta quedó suspendida en el aire al darse cuenta de que era su hija la que estaba frente a ella. A Jennifer las lágrimas se le escaparon por los ojos y abrazó a su madre con fuerza, los suburbios de Los Ángeles quedaban remplazados por los árboles y calles no pavimentadas de Kentucky. Todo cambiaba por esas cuantas semanas, todo.

Su madre la estrechó con fuerza mientras acariciaba su cabeza ligeramente.

-Mi niña... Jennifer, ¿qué haces aquí?-se limpió unas lágrimas pero éstas se resistían y se seguían escapando de sus ojos.-¿Cómo va todo con Nicholas? ¿Y el trabajo? ¿Qué tal te va?

Jennifer colocó su dedo en la boca de su madre para silenciarla.

-Sólo vine porque me hacía falta un respiro. ¿Mi papá está aquí? ¿Y Blaine, y Ben?

-Tus hermanos están de viaje por Chicago... Después de tanto tiempo de desear conocerlo, quisieron tomarse unas pequeñas vacaciones ahí. Pero si hubieses avisado... Todos estaríamos aquí, Jen, ¿porqué no avisaste? Todo esto es muy precipitado...

La voz de su madre se entrecortaba y su respiración era irregular.

-No importa. Con papá y contigo me basta. ¿Puedo pasar?

Su madre asintió rápidamente con la cabeza y caminó hacia adentro.

-Hija, ¿me vas a decir qué haces aquí? Es decir, la verdad. Estoy de acuerdo en lo de un respiro. Pero, no solo viniste por eso.

-Mamá, sólo vine por eso.

-En ese caso, ¿y Nicholas? ¿Le avisaste que vendrías?

Su familia aún no sabía de su rompimiento con Nicholas, y había evadido el tema de una forma u otra en sus conversaciones por teléfono.

-Nicholas y yo rompimos.

-¿Qué?

La expresión de su madre era inexplicable: lástima, alivio, confusión... Todo junto.

-Mamá..., solo vine por eso, un respiro. Voy a saludar a mi padre, si no te molesta.

Su mamá frunció el ceño y abrió la boca para hablar, pero nada salió de ella. Jennifer caminó hacia el vestíbulo, pero su padre, que siempre estaba frente al televisor viendo las últimas noticias con un vaso de agua al lado y el periódico en mano, no estaba ahí. Ni en el estudio, en las recámaras, tampoco en la cocina.

Bajando las escaleras rápidamente y un poco agitada Jennifer preguntó:

-¿Y papá? ¿Dónde está?

Su madre desvió la mirada y se mordió la lengua para no decir nada.

-¿Mamá...?

-Hija... Mira, tus hermanos y yo no queríamos decirte esto por teléfono, y mucho menos ahora que tu trabajo está siendo reconocido por el mundo y eres figura pública y todo eso.

-Mamá. ¿Decirme qué?

La expresión de Jennifer era seria, y sus ojos avellana que siempre estaban encendidos, de felicidad o de furia, ahora estaban completamente fijos en su madre y sin ningún toque de felicidad.

-Tu papá... Hija, él...

El labio inferior de Jennifer comenzó a temblar, no podía completar esa frase.

«Él nos abandonó».
«Él enfermó».
«Él murió».

A su madre le resbalaron unas cuantas lágrimas por las mejillas que limpió al instante.

-Murió.

Las sospechas de Jennifer se hicieron realidad. Repentinamente sintió un azote por todo el cuerpo, como si algo la estuviera cortando, como si un lento cuchillo, afilado y muy largo, la estuviera atravesando lentamente, y disfrutando mientras lo hacía. Sentía punzadas de dolor por todo el cuerpo, sentía miles de espadas encajadas en todo este, un calor abrasador y un frío absorbente, sentía miles de clavos en sus pies, sentía el fuego abrasando su cuerpo.

Y antes de dejarse llevar por todo eso, sintió unos brazos alrededor suyo. Levantándola de aquella sumisión al dolor, elevándola hasta quedar suspendida en una nube de recuerdos, y al mismo tiempo sumergiéndola en una eternidad negra.

We're meant to be. ~Joshifer~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora