Capítulo 7

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Sexto deseo de la lista: Salir de fiesta con amigas.

El famoso deseo de salir de fiesta se había adelantado. Era uno de los penúltimos en la lista pero Carmen le dijo a Lucía que era uno de los más riesgosos y a causa de la metástasis reciente en el cuerpo de Lu recomendó que lo hiciera ahora, antes de correr más riesgos.

Lucía tenía un plan de escape y ese era el hospicio. Cuando Lucía supo que el tratamiento no surtía efecto en su cuerpo Carmen le advirtió que el cáncer podría expandirse y desencadenar una metástasis. La única persona que sabía sobre los planes y había ayudado a Lucía con los papeles y futuro traslado era Isabela.

Isabela comenzó a formar parte de la vida de Lucía en el jardín de infantes, a ambas las juntaron para hacer un dibujo juntas sobre sus preferencias. Esas pequeñas de cuatro años coincidieron desde el momento en que se conocieron, hasta en su color favorito y desde ahí prometieron estar juntas por siempre. Ambas son como uña y carne. Lo unidas que eran llevó a Lucía a elegirla a ella para saber sus planes y acompañarla hasta el último momento.

El cuerpo de Lucía no estaba colaborando pero sacó fuerzas y se duchó para tener más energía, tomó las pastillas para calmar el dolor y les avisó a sus amigas que esa noche sería solo de chicas. Había reservado en una de las mejores discotecas de la ciudad así que eso la emocionaba, le habían contado que las noches ahí eran inolvidables.

Se encontraba sola en casa por lo tanto se preparó un café y se dispuso a escribir las cartas para Licia y Carl. A pesar del dolor que implica escribir una despedida a tus padres, ella debía hacerlo. 

(...)

—Lu no es muy buena idea que salgas de fiesta y menos si pretendes hacerlo sin la cánula de oxígeno, eso te mantiene estable.

—Oh claro mamá no prefieres ir tu a bailar con un tanque de oxígeno y que todos tengan pena de ti? No sé si todavía no eres consciente de lo que sucede pero no pienso frenar mi vida hasta terminar con lo que siempre he querido hacer y realmente comprendo tu preocupación pero ya soy grande para decidir por mi misma - Lucía se soltó bruscamente del agarre de su madre.

Mamá ya no hay nada que hacer...quiso decirle.

—¡Tú no eres consciente Lucía! ¿Y si te estás recuperando? Pero tienes alguna recaída por no cuidarte y no hay vuelta atrás? - Licia lloraba desconsolada y Lucía intentaba calmar su respiración para no decirle lo que le dolería en el alma a su pobre madre.

—Créeme que soy consciente y adulta para decidir, ahora por favor suéltame y deja que haga mi vida mamá.

—Ya déjala en paz - Se interpuso Carl en el medio de las dos.

—¡No puedo creerlo! ¿Acaso no vas a decirle nada? ¡Se está muriendo! - Y allí terminó su madre arrodillada en el medio de la cocina sollozando por su hija.

—Ve tranquila Lu, yo me encargo - Le dijo Carl abrazándola y se fue a su habitación.

Cuando tienes una enfermedad como el cáncer nadie entiende el dolor, el sufrimiento o el hecho de saber que te puedes morir y tus días están contados. A medida que avanzaba el tratamiento Lucía guardaba algo de esperanza pero las estadísticas empezaban a caer y cuando veía que los resultados no mejoraban ella dejó de ser la misma.

No necesitaba ni quería sermones sobre como vivir o que hacer. No necesitaba que le repitan una y otra vez que iba a morir porque lo sabía mejor que toda esa gente que tenía tiempo de sobra. Le aterraba y moría de miedo de solo pensar en la muerte pero no había nada para hacer, así que viviría su vida como le de la gana hasta su último aliento.

La lista de los deseos (Actualizando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora