PARTE 1

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Continuando con esto de subir mis historias aquí en wattpad, ahora voy con esta que, bueno, ha sido una de las que más me ha hecho reír al escribirla.

Ojalá disfruten la lectura.


6 PECADOS

PARTE 1

Allá en alguna parte del infierno, en una oficina que nadie se tomaba en serio, había 7 tronos y una silla plegable, acomodados en forma de medio circulo.

En el cuarto trono, que se posicionaba justamente en el centro, se encontraba Natsuki Kuga. -¿Alguien sabe que quiere Nagi ahora?-. Como siempre, tenía el ceño fruncido, pero bueno, era el pecado de la Ira. -Me enfurece esperar-. Y aún con su pésimo carácter y contra su voluntad, era la líder de ese grupo tan desigual.

-Noooo, ¿tú enojada, en serio?-. Por supuesto eso no le hizo gracia a la demonio. -Eres tan irritante como siempre-. Él era Reito Kanzaki, el pecado de la Vanidad. Su expresión tenía básicamente dos modos: Sonrisa marca el mundo no me merece, y mueca de asco de yo no merezco este mundo.

Ella gruñó mostrando sus colmillos. -Y tú tan llamativo como siempre-. El trono del aludido tenía una alfombra roja y reflectores que lo hacían sentirse glamoroso. Era un completo egocéntrico, sin embargo, había que admitir que tenía estilo.

-Lo dice la fanática del cuero que usa una corona de fuego-. Se pasó la mano por el cabello. -Aunque tienes razón-. Aumentó el brillo de los reflectores. -Nadie brilla más que yo-.

Al lado izquierdo de Ira, estaba Mikoto Minagi, el pecado de la Gula. -Tengo hambre-. Tenía una pila de comida al lado de su trono, pero era un pozo sin fondo. Probablemente no poseería una figura tan delgada, si su metabolismo no fuese el más rápido de la historia.

-Tienes hambre todo el jodido día-. Al otro lado de Ira, estaba Nao Yuuki, el pecado de la Envidia. -¿Podrían dejar el exhibicionismo? Me dan asco-. Siempre mantenía los ojos entrecerrados, como reprochándole al universo que nunca tenía lo que quería, o sea, todo lo que fuera de otros y no suyo.

Todo ese tiempo, Shizuru Fujino, el pecado de la Lujuria, había estado sentada en las piernas de Kuga, besándole el cuello y metiéndole la mano bajo la ropa. -Ara, la pregunta ofende-. Miró a su pareja. -¿A ti te molesta, Natsuki?-.

La oji verde le sonrió cínicamente a Nao. -Para nada, tú continua-. Y así la castaña siguió en lo suyo, con mucho gusto.

-Pues claro, si Fujino es la única con la que no eres una hija de puta-. Su pecado, lleno de cizaña, le impedía mantener la boca cerrada, sobre todo cuando se trataba de ese par.

-Envidia donde...-. Murmuró Reito.

-Por supuesto, si es la única que no me cae mal en esta oficina-. Kuga no tenía pelos en la lengua. Aunque omitió decir que así se la quitará de encima, Shizuru volvería a subírsele... lo había intentado cuando se conocieron, ¿el resultado? En lugar de funcionar, terminaron siendo novias, aun no comprendía del todo como había sucedido eso.

Nao quería lanzarle rayos con la mirada. -Ohhh no, no nos culpes, a ti medio mundo te cae mal y la otra mitad peor-. Presentía que le arrojarían una bola de fuego, le importaba un comino. -¡Por satán! ¡Te miras al espejo y te enojas!-.

Antes de que pasaran de la discusión a los golpes, la puerta principal se abrió dándole paso a un demonio bajito que todos odiaban por ser como un grano en el culo, sí, era su jefe, y uno muy malo, malo en el sentido de que nada le salía como quería, era Nagi, el sucesor de Lucifer.

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