1. Sucesora

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"So can you understand that I want a daughter while I'm still young?

I want to hold her hand and show her some beauty before this damage is done"

~ The Suburbs de Arcade Fire.


El sudor caía como gotas en la frente de la muchacha mientras entrenaba. Llevaba toda la mañana en eso, absorta en el rebote del muñeco de entrenamiento después de cada puñetazo que le daba.

— Kal —la llamó Shen, su maestro, también apodado "El ojo del crepúsculo".

Con el antebrazo se secó la sien para evitar que se le nublara la vista sin despegar los ojos de su estático objetivo. La alta figura de su maestro cubrió el sol dándole unos segundos de sombra que su piel agradeció.

— Kala.

La chica se llevó a los labios la cantimplora llena de agua para poder saciar su sed. Aprovechó de mojar su cabello blanco y refrescarse de esa forma también.

— ¡Para de ignorarme, Kalani! —rogó Shen desesperado. Antes de partir en su misión deseaba despedirse de su alumna y no podía si ella continuaba siendo tan terca y orgullosa.

— Me vas a dejar aquí —primeras palabras que le dirigía a Shen después de la gran discusión del día anterior—. Ya estoy lista para ir contigo. Puedo enfrentarme contra el dragón ¡Podemos enfrentarnos a cualquier peligro juntos!

A lo largo de la región jonia se habían reportado avistamientos de dragones agresivos que arrasan pueblos enteros. En aquella tierra mágica no era raro ver dragones, más estas criaturas ayudaban a mantener el equilibrio entre el plano físico y el espiritual, era extraño que una de ellas se descontrolara de esa forma.

El ojo del crepúsculo le colocó una mano en el hombro a su pupila en un gesto paternal mientras se quitaba la máscara para poder verse cara a cara. El cabello rojo del maestro relucía a la luz del sol y sus ojos azul brillante se notaban cansados.

— No dudo de tus capacidades, pero tu lugar está aquí. Alguien tiene que cuidar el templo, alguien tiene que asegurarse que Jonia se mantenga en equilibrio. Alguien tiene que vigilar la órden de las sombras.

— Kennen puede hacer todo eso... —refutó la aprendiz. Su último intento desesperado por ir junto a Shen.

— No me metan en sus cosas—Kennen pasó junto a ellos con sus pequeñas y peludas manos de Yordle elevadas en alto, como eximiéndose de toda responsabilidad— Ya tengo mucho que hacer.

Kalani abrió y cerró la boca varias veces intentando formular un nuevo argumento aunque no fue capaz de emitir sonido alguno. Su propia mente derribaba los argumentos apenas eran formulados. Sabía que tendría que quedarse esta vez.

— Hay algo que quería darte hace un tiempo, Kal. Creo que este es el momento —Shen le tendió a su pupila un collar decorado con un colgante en forma de ojo—. Si yo llego a faltar, estoy seguro que serás una excelente Ojo del Crepúsculo. Eres dedicada, lista, actúas cuando hace falta hacerlo y sabes esperar cuando no. Representas los ideales de un gran maestro Kinkou.

¿Acababa de nombrarla su sucesora? Kalani no podía creérselo.

Emocionada se echó el collar al cuello e hinchó el pecho orgullosa.

— Me aseguraré que se mantenga el equilibrio en su ausencia, maestro —la peliblanca otorgó una reverencia al actual Ojo del Crepúsculo. En su tono se notaba la emoción contenida.

— No te preocupes por mí. Estaré de vuelta muy pronto.

— Además yo cuidaré de este viejo —dijo una voz femenina que Kala reconoció al instante: Akali, ex-pupila de Shen.

Kalani al ser huérfana había crecido en el templo Kinkou y las personas ahí presentes se habían convertido en su familia. Si Shen era como su padre, Akali sería su hermana mayor.

Siempre había estado ahí para enseñarle todo lo que descubría, para ayudarla cada vez que tenía una dificultad. Al menos hasta hace pocos años atrás que dejaron de verse tan a menudo porque la mayor decidió abandonar la órden de los Kinkou.

Emocionada por la presencia de la pelinegra, Kala saltó a abrazarla sacándole una risita a los presentes.

— ¡Tráiganme algo! —bromeó al separarse de Akali sabiendo que partirían de inmediato. Mientras más esperaran más personas peligraban.

El par de figuras familiares se alejaron hasta perderse en el horizonte dejando a Kalani sola en el patio de entrenamiento.

A varios kilómetros de distancia de dónde se encontraba Kalani, entre las ramas de los árboles saltaba un pequeño ejército de figuras sombrías, tan rápido que apenas se podía diferenciar su forma. Una de esas figuras era Kyro quién se movía con esfuerzo tratando de imitar la agilidad característica de los asesinos de la órden de las sombras mientras seguía a su maestro.

El pequeño grupo se detuvo frente a la entrada del templo. Kyro se apoyó contra el tronco de un árbol intentando recuperar el aliento, llevaba poco más de seis meses entrenando en la órden de las sombras y su cuerpo aún no se acostumbraba al intenso ritmo que manejaban en ocasiones.

— No seas llorón. Fue un trote ligero —se burló Kayn al pasar junto al peliblanco, empujándolo con el hombro para que perdiera el equilibrio— un yanlei debería poder esquivar eso.

Siempre era lo mismo con Kayn. Desde que Kyro abandonó el grupo de mercenarios con quienes iba y se convirtió en pupilo de Zed, el pelinegro se había sentido amenazado con su presencia. Su maestro ya no tenía tanto tiempo para dedicarle como en el pasado así que él en venganza se desquitaba con Kyro.

— Kayn —reprendió el maestro Zed al mayor de sus aprendices. El silencio reinó en el grupo provocando que el pelinegro se sonrojara de la vergüenza. Con unas señas de la mano le indicó que se acercara dejando al resto para que retomaran sus actividades habituales.

Kyro tuvo por fin el tiempo que necesitaba para recuperar el aliento y estirar los músculos. Llevaban horas corriendo de un lugar a otro tratando de rastrear unos desertores de la orden, para Kyro era específicamente difícil ya que aún no había hecho el ritual para absorber las sombras y no podía estar en más de un lugar a la vez como el resto de sus compañeros.

A su alrededor la multitud comenzó a dispersarse. Apenas hablaba con alguno de ellos, la mayoría prefería seguir a Kayn por ser el favorito de Zed, además de su sucesor y querían estar en buenos términos con él.

Por su parte el peliblanco fue a su habitación a bañarse y cambiar sus ropas maltrechas y sucias tras días de persecución en el bosque. Se disponía a ir al patio de entrenamiento cuando fue abordado nuevamente por Kayn.

— Hay algo que necesito que hagas —le dijo de mala gana. Lo que sea que Zed le haya dicho lo había puesto de mal humor.

— ¿Por qué yo si te llamaron a ti?

— Porque lo digo yo, neófito —replicó el pelinegro cada vez más irritado—. Partirás al amanecer.

— Dime qué debo hacer —gruñó Kyro resignado para que Kayn le explicara su misión.

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Primer capítulo ¡ay que nervios! Trataré de no hacer estos apartados pero quería agradecer a todo el que pase a leer esto. Espero que les guste la historia. Dejaré algunas fotos sin contexto, memes o dibujos propios al comienzo de los capítulos. 
Att: La escritora.

Hijos de las sombras [#1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora