8. La caída

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"Is there anything so undoing as a daughter?"

~ Silco, en Arcane.

Shen y Kalai se observaban desde esquinas opuestas de la habitación donde Akali los había encerrado luego de declarar que el par tenía una conversación pendiente. La pelinegra dejó todas las ventanas cerradas para evitar accidentes con el viento y luego salió para "asegurarse que el delincuente yanlei ese no mate a nadie" como lo dijo ella.

El silencio del lugar era interrumpido solo por el sonido amortiguado de voces en el exterior y el de una ligera lluvia nocturna que azotaba el tejado del templo.

Kalani cambiaba el peso de una pierna a la otra, inquieta. Tenía mucho qué decir y no sabía por dónde o cómo comenzar. Su maestro esperaba apoyado contra la pared, paciente como era él, a que ella diera el primer paso.

— Conocí a Zed y dijo algo muy curioso —comenzó la peliblanca. Los músculos de Shen se tensaron por un minúsculo segundo, cosa que no le pasó inadvertida— ¿Quieres tratar de adivinar qué fue?

El mayor no respondió. Su silencio fue interpretado por la chica como un gesto de confirmación.

— Entonces ¿es cierto? ¿Él es mi padre?

— Lamentablemente.

— Y no consideraste no sé... ¿qué tal vez yo lo debía saber?

El tono sarcástico que utilizaba a su alumna irritaba a Shen quien se concentraba en tomar profundas bocanadas de aire para mantener la compostura. En su vida no había hecho más que velar por proteger a Kalani pero ella no parecía ver eso.

— No encontré el momento correcto para contártelo.

— ¡Llevo más de diez años aquí! ¡Toda mi vida me has hecho creer que soy huérfana! —los gritos eran acompañados de exageradas gesticulaciones de brazos por parte de la peliblanca. Recordando el momento cuando el maestro de las sombras la reconoció y dio su explicación Kalani volvió a hablar— ¿Ahora también vas a decir que tú nos separaste?

— Hice lo que tenía que hacer, Kalani. Mereces algo mejor que él.

— No era tu decisión para tomar.

La expresión de Shen era indescifrable para la chica mientras se encontraba oculto tras su máscara. Al no obtener ni siquiera una reacción los ojos grises de Kalani comenzaron a brillar con las lágrimas amenazando por escapar.

— No ¿sabes qué es lo que me molesta? ¡que no me lo hayas contado! —Un pisotón frustrado resonó contra la vieja madera del suelo— Yo era la única tonta en todo el templo... ¡En toda la orden! que no lo sabía ¿a qué sí? Por eso siempre me mantenías alejada de la órden de las sombras —Mientras más hablaba, más se le quebraba la voz hasta convertirse en un leve titubeo— ¿Por qué no me lo dijiste? No sabía nada de mis padres... Si tenía más familia... Cómo eran... Si en verdad habían muerto en la guerra... O si.. O si... Si me habían abandonado... O si alguna vez me quisieron...

El hombre llevaba años cumpliendo con la labor de desprenderse de sí mismo para mantenerse neutral. Dejar de lado cómo se sentía para tomar las decisiones correctas por el bien del reino espiritual. Dentro de lo posible impedía que sus emociones le permitieran llevar la tradición pero al ver a la peliblanca lagrimeando supo que en este momento no podía encontrarse vagando entre los dos mundos. Tenía que ser Shen por completo, no el Ojo del crepúsculo.

Se desprendió de la máscara con lentitud. Bajo sus ojos se evidenciaban un par de bolsas oscuras por la falta de sueño. El cabello amarrado en una descuidada coleta lucía desaliñado, los últimos días apenas había tenido un descanso apto al estar preocupado por el paradero de la chica.

Hijos de las sombras [#1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora