Especial "Día del padre"

34 4 6
                                    

"My home likes starry nights. Is short in height and sometimes bites"

~ my home, de The Change

Shen siempre se preguntó cómo era ser padre. Empezó aquella idea en su mente desde que su padre le arregló un compromiso años atrás el cuál por supuesto no se realizó. Luego, cuando Usan apareció en el templo con los gemelos y Shen observaba con detalle las similitudes entre los bebés con su padre, volvía aquella pregunta a su mente.

¿Lucirían como él? ¿Tendrían sus ojos? ¿o su cabello? ¿Destacarían en el combate o tendrían aptitudes intelectuales? ¿Cuál sería su primera palabra? ¿Les gustaría la vida como un monje Kinkou? ¿Serán felices con él como padre?

Aún no nacían sus hijos hipotéticos y ya deseaba para ellos lo mejor.

Aquella duda tuvo que ser apartada de su mente después de la caída de los Kinkou. Una nueva responsabilidad pesaba en sus hombros requiriendo de toda su atención. El Ojo del crepúsculo necesitaba tener los pies en la tierra, atento a la más mínima perturbación en el equilibrio. No tenía tiempo para esas nimiedades.

Así fue por años hasta que de la grupa de un burro, escoltada por un guerrero descendió una pequeña peliblanca que llegaba como un torbellino a cambiar su vida.

Apenas podía dormir.

— Kala, pronto va a amanecer —reprendió Shen a la pequeña—. Tienes que dormir.

Una pesadilla la había despertado a mitad de la noche, eran comunes en esta época de tensión y hambre provocados por la guerra. Kalani aún no se acostumbraba del todo a la vida con los Kinkou por lo que perseguía al maestro de arriba a abajo.

Aquel par de grandes ojos grises miraba al mayor rogándole que la confortara, el cabello blanco se le pegaba al rostro sucio por las lágrimas.

Shen no sabía qué hacer, no era tan bueno con la gente. Usan siempre fue mejor en ese aspecto.

— Ya sé —los musculosos brazos del guerrero levantaron a la niña del suelo sin esfuerzo— Vamos a asaltar la cocina.

Los sollozos de la criatura se transformaron rápido en un incómodo hipo.

— Veamos qué hay por aquí —las alacenas estaban casi vacías. Kalani observaba con curiosidad desde la altura que le brindaba estar cargada— Mmm tenemos té ¿te gusta el té?

Limpiándose las lágrimas restantes de las mejillas Kalani asintió.

Lo cierto era que las raciones estaban contadas de forma diaria para todos los miembros de la orden. Así que Shen prescindió de su propia ración de ese día para calmar a la pequeña.

— Con miel —musitó al oído del mayor.

— Con miel será.

Ya con la niña calmada no había más ruido aquella noche que el ulular de los búhos y el temblor de la tetera al hervir.

Shen depositó la criatura en el suelo con cuidado antes de entregarle una taza.

— Termina eso antes de irte a acostar.

No pudo irse muy lejos cuando una pequeña mano atrapó la suya, evitando que se fuera. Los ojos tormenta lo veían expectante, pidiendo algo más que no entendía.

— ¿Puedes quedarte hasta que me duerma? —preguntó al fin. Un sobresalto repentino por el hipo hizo asustar a la niña quien se sonrojó.

— Me quedaré el tiempo que necesites —prometió con una sonrisa enternecida en los labios.

Hijos de las sombras [#1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora