Prólogo: El arte de ser bueno.

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A Miles Morales le encantaba dibujar, por lo tanto no fue nada extraño el que también le encantasen las clases de arte. 

Y aún más sabiendo que la profesora que las impartía era la señorita Flora, la persona más buena y pura que haya conocido nunca, según él mismo.

Siempre traía ropa colorida, con estampados llamativos y lindos.

Como complemento llevaba una enorme sonrisa de oreja a oreja, con la cual se le cerraban los ojos y se formaban unos minúsculos hoyuelos. 

A veces entraba por la puerta cargada con pasteles que ella misma había hecho para dárselos a sus alumnos y a los profesores, sin ningún motivo aparente. 

—Ya sé que soy como un disco rayado, pero me gustaría repetiros que en mis clases no quiero que sintáis ninguna presión. No se pueden cualificar los sentimientos de una persona, así que cualquier cosa que me presentéis estará bien, siempre y cuando tenga sentido. —La profesora Flora acabó de explicar en qué consistiría el trabajo de ese semestre.

—¿También le podemos dar la hoja vacía? —Preguntó el típico alumno repelente queriéndose hacer el gracioso.

—Buen punto, Oliver. —Le dio la razón la mujer con su sonrisa característica. Miles admiraba su capacidad de no mandarle a la mierda cada vez que hacía un comentario de ese tipo. —Una hoja en blanco puede significar muchas cosas: falta de inspiración, vacío existencial o emocional, incapacidad para dibujar... Todo es cuestión de la interpretación que cada uno le quiera dar. Así que respondiendo a tu pregunta, sí, también me vale una hoja en blanco. —El muchacho se quedó en completo silencio, no sabía que estupidez más decir.

El timbre anunciando el final de la clase sonó justo después de que ella acabase de hablar.

Los alumnos comenzaron a recoger sus cosas y a salir como locos por la puerta.

—La fecha límite es hasta las próximas vacaciones, pero si alguien necesita más tiempo que me avise. —Informó Flora, aunque realmente nadie le estaba prestando atención. —¡Qué tengáis un buen fin de semana! —Les deseó despidiéndose de todos, menos de uno.

Solo quedaba Miles recogiendo sus cosas con lentitud, sin mucho ánimo. Desde que Gwen se fue de la ciudad sentía un vacío en su pecho que no lo podía llenar con nada. De ahí que todo su cuaderno de dibujos estuviera lleno de bocetos de ella.

—¿Cómo está mi artista favorito? Hoy te vi un poco desanimado. —Preguntó Flora con una mueca de preocupación.

—Me va mal en algunas asignaturas. —Mintió dejando caer torpemente su mochila abierta y con ella todo el interior de esta.

—Miles, un suspenso no define lo que eres. —Intentó animarlo. —Sé que ya sois mayores para estas cosas, pero me parece muy importante recordaros lo mucho que valéis. —Sacó de su bolso una tira de pegatinas.

Tenían el dibujo de una estrella con una capa que ponía: "I am not a superstar, i am a superhero".

Pegó una en el cuaderno de dibujos de Miles, que acababa de recoger del suelo.

Es gracioso pensar que ella siempre decía eso, que todos eran superhéroes, aún sin saber que técnicamente estaba hablando con uno de verdad.

—Mira, acabas de ver que mi asignatura se puede superar con un folio en blanco, así que puedes saltarte mis clases para estudiar otras cosas, ¿okey? —Le propuso entregándole el cuaderno.

—¡No! —Negó rotundamente, sin siquiera pensarlo.

—No te preocupes, no se lo diré a nadie y no te voy a poner falta de asistencia. —Insistió en lo mismo.

—Gracias. —El chico acabó aceptando a regañadientes, aunque lo hiciese por su bien, no quería saltarse la única clase que no se saltaría nunca.

—No es nada. Y si necesitas algo, estoy siempre aquí en los descansos o si no tienes mi número apuntado en el tablón de anuncios. —Se despidió de él deseándole suerte con un cálido abrazo.

Ese comentario rondó la cabeza de Miles durante todo el fin de semana. 

Y le hizo tomar la sabia decisión de contarle a Flora su nuevo hobby de salvar al mundo.

El efecto mariposa, esa pequeña decisión desembocó en muchos sucesos distintos que van desde aventuras hasta desventuras y aún más secretos. 

E incluso...¿otros universos?





Sweet Love | Miguel O'HaraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora