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❥ ༄ 𝘽𝙖𝙣𝙜𝙘𝙝𝙖𝙣
¿Alguna vez has pensado el inmenso dolor que siente una persona al perder a su alma gemela? Bueno, este no ha sido el caso de Bangchan, pero lo será en poco tiempo. Hace algunas semanas te habían detectado cáncer, y Bangchan no estaba enterado de absolutamente nada hasta el día que encontró unos papeles escondidos bajo el colchón de la cama que indicaban tu enfermedad terminal. Ambos sabían que ya no se podía hacer nada, pues te habían detectado el cáncer demasiado tarde. Intentabas continuar con tu vida normal, asistiendo a tu trabajo y tratando de compartir felizmente tus últimos momentos a lado de la persona que tanto amas sabiendo que nunca jamás podrás volver a crear nuevos recuerdos a su lado.
Todo comenzaba a complicarse cada vez más. Cuándo llegó el día de someterte a una mastectomía, fue el día en el que sentiste que tu alma había abandonado tu cuerpo, pues sentías que el cáncer te carcomía viva y que habías perdido tus senos en vano. A partir de entonces, Bangchan notó tu cambio demasiado radical, y no me refiero al aspecto físico, más bien, él sabía que tú ya no podías más y que, en cualquier momento, caerías tendida en una camilla de hospital, lista para decir "adiós". Lamentablemente, ese día llegó, y él no estaba listo para despedirse de ti.
—Tienes que dejarme ir —dijiste a duras penas. El chico, que permanecía sentado a tu lado, sólo se dedicó a negar con la cabeza sujetando fuertemente tu mano.
—No puedo.
Los ojos cristalinos del australiano estaban por delatarlo, pues no quería llorar nuevamente como lo había hecho anoche.
—Ambos prometimos que, cuando este día llegara, estaríamos listos. —Bangchan se forzó a sí mismo a mirar hacia otra dirección de la blanquecina habitación. Todo a su alrededor se sentía frío, y no específicamente por el aire acondicionado—. Mírame...por favor.
Sorbió su nariz antes de girar a verte; tu rostro lucía pálido y en completa decadencia. Esa imagen había sido un fuerte impacto para el débil y sensible corazón de tu chico. Simplemente no quería dejarte ir, no podía, tú eres su mayor soporte en la vida.
—Te amo, y no quiero hacerlo.
Las lágrimas habían comenzado a descender de sus ojos de una en una.
