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—Déjame ver qué hay detrás de tus pupilas

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—Déjame ver qué hay detrás de tus pupilas. Quiero encontrar todos tus sentimientos a través de ellas.

Me encontraba sobre nuesta cama, acostada boca abajo, usando sólo de soporte a mis antebrazos, llevando así a tener mi torso en alto y poder mirar directo hacia la persona enfrente mío.

Pero él no estaba a mi lado. Se hallaba a menos de dos metros de mí, pero sentado en una silla con un lienzo delante suyo.

Me ha dicho que mis ojos son uno de los rasgos que más le gustan de mí, los consideraba hipnóticos. Y es por eso que ha estado toda la mañana insistiéndome en que pose para él y pueda encontrar inspiración en mí.

Lo amo tanto.

—Eres hermosa, ¿lo sabes? —miraba en mi dirección con esos verdes ojazos, deslumbrando cierta ternura, posteriormente volviendo a trazar líneas que no llegaban a mi alcance de visión.

Amaba a Adrien Agreste más de lo que puedo decir en palabras.

Él era todo lo que mi interior buscaba en un hombre: sensible, amable, artístico. Y el hecho de que sea un pintor me terminó por dejar como loca con él.

En otras palabras, mi estereotipo era Adrien, pero de una manera complicada de explicar. No sabía qué es lo que quería en el amor de mi vida hasta que lo conocí.

Lo vi, y mi ideal cambió de hombres morochos a rubios, y si es posible, con ojos esmeraldas. Ojos tan hermosos como los de él. Pero eso era imposible, esa belleza en sus orbes era inigualable, nunca antes vista.

Nos mantuvimos con nuestros deberes durante casi una hora más, hasta que finalmente pude descansar de esa —luego de un largo rato— cansadora postura.

Me sentía demasiado ansiosa de ver su resultado.

Pero al volver de la cocina con una botella de agua, sus expresiones no confirmaban mis expectativas. Se veía, tal vez... desilusionado y frustrado.

—Oye, déjamelo ver... —dije con un tono suave, dirigiéndome a su lado, y él me pasó el cuadro, dejándome visualizar su obra—. Oh, por dios... —susurré—. Es precioso, Adrien.

En la pintura, se podía apreciar mi rostro; en específico, mis ojos. Detalló desde mis cejas y pestañas oscuras, hasta los diversos tonos que se hallaban en mis iris. Me sorprendía los lindos que se veían, incluso me hizo sentir especial.

Sólo él podía lograr eso, sacarme una sonrisa de ese tipo.

Una de amor.

Six Merry Murderesses (MLB OneShots)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora