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¿Qué estoy haciendo aquí?

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¿Qué estoy haciendo aquí?

Aún sigo sin entender del todo la razón por la que me encuentro dentro de esta celda.

Soy inocente, no debería estar en este lugar, junto a verdaderos criminales. Si se corriera la voz de esto, de seguro me verían como carnada fácil para eliminarme o peor, desquitarse conmigo, y todo por pura diversión. Ya que no podían divertirse afuera libremente, harían lo que fuera para hacerlo aquí adentro, ¿no?

Yo, siendo una extranjera, lejos de casa y de mis padres; empeoraba por completo la situación. Tengo mucho que perder ahora sin mi esposo.

Es decir, todos tenemos nuestras imperfecciones, claro. Pero, en serio, no merezco estar aquí.

No he cometido homicidio alguno.

Lo único que recuerdo es haber estado tranquila en casa, tirada en la cama y viendo una serie en estreno, muy buena por cierto. Cuando, de repente, escuché un fuerte estruendo proveniente de la entrada de mi hogar.

Y en cuestión de segundos ya tenía a cinco oficiales en mi dormitorio, tratando de esposarme.

Grité y reclamé, queriendo que me den una respuesta ante mis súplicas al por qué me estaban haciendo esto.

Los policías estaban completamente mudos, sin inmutarse ante mi notable inquietud. ¿No deberían al menos explicarme por qué me hacen esto?

¿No es que esto no era legal? ¿Acaso no es como en las películas?

Tratando de no darle tantas vueltas al asunto, finalmente me dejé llevar, tratando de tranquilizarme y poder entender el contexto en todo esto.

Cuando llegué a la estación de policía, me llevaron hasta una habitación completamente de blanco y vacía. Solamente me encontraba yo y mis perceptibles dudas de la supuesta culpa que llevo.

Me mantuve esperando sentada durante un par de minutos, tamborileando los dedos contra la madera, hasta que un hombre robusto se presentó. Tal parecía que doblaba mi edad, lo podía percibir por las notorias canas y arrugas que portaba.

—Señorita Tsurugi, debo hacerle un par de preguntas... —comenzó mientras se sentaba en la otra silla que quedaba al otro extrema de la mesita entre nosotros—. Sabe el por qué de que se encuentra aquí, ¿no? —le negué inocentemente con la cabeza—. ¡Agh! esos idiotas... Usted se encuentra detenida por sospechosa del homicidio de su esposo, Marc Anciel.

Mis ojos prácticamente se desorbitaron con esas últimas palabras. ¿Mi esposo estaba muerto?

¿Debería tomármelo para bien?

Six Merry Murderesses (MLB OneShots)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora