001 | Bienvenido a casa.

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[• Philip Wittebane logra volver al mundo humano, completando el hechizo del día de la unidad. No libera al coleccionista ni se arrepiente de nada. Es entretenido por los compañeros de Luz, quienes intentan detenerlo. Pero ya es muy tarde. Philip siente por primera vez en mucho tiempo la lluvia sobre su rostro. ]

La luz blanca cegadora se disuelve como una cortina gaseosa. Caminar entre el abismo de ambas dimensiones hace que su corazón se emocioné, intentando escapar violentamente de su pecho. Hay un cosquilleo en todo su cuerpo con cada paso que da. No mira atrás. Ni siquiera un poco, ya se a despedido de las islas bailando triunfante sobre el escenario.

Tironea con más fuerza la única resistencia que lo unía aun a ese mundo. Su última creación tambalea y se desarma. Desconoce si se está resistiendo a pesar de todo o si estaba colapsando sobre si mismo, pero es realmente difícil manipularlo. Se motiva a seguir tirando cuando siente el aire frió y húmedo que se colaba entre las grietas de la realidad. No frio de la rodilla ni húmedo como los gases producción del hervor. No. Es lluvia.

Finalmente todo se aclara. Un chaparrón está empapando el terreno. Se siente como golpean las pequeñas gotas, sobre su traje y su cabello. La lluvia se lleva todo lo malo, limpia todo lo impuro de su cuerpo, todos los sacrificios, los pecados y las mentiras. Camina sobre los charcos, deja que sus botas se manches en el barro. Quiere impregnarse con todo lo que se le fue privado. Con los olores, sonidos, colores y sabores de su mundo.

Deja de lado cualquier postura de emperador, de deidad. Abandona toda enseñanza que le hayan dejado esos falsos dioses. Finalmente sólo se queda con certeza de ser el héroe de la historia. Saliendo del infierno, no impune pero si fiel a las enseñanzas del mundo que le vio nacer. A salvado a su mundo, peleando una guerra desconocida. Todo por su cuenta. Pronto su historia sería reconocida. pero para eso hay tiempo... los segundos son infinitos ahora.

Mira al cielo y deja que su rostro se refresque. Sigue caminando cada vez más rápido mientras la euforia se apodera de su cuerpo. Tiembla, se siente el rey del mundo; quiere llorar y reír; podría salir corriendo sin ningún rumbo o sentarse ahí por horas. Se siente como un niño que sale a jugar, como el joven que salió al mundo hambriento por descubrir, por liderar y por proteger a su gente, con sueños y esperanzas.

Antes de liberar sus emociones en el momento culmine de su vida. Se detiene, jaladó por esa paranoia y desconfianza que nació en las Islas Hirvientes. Oye un llanto, pequeños susurros de pánico. Se gira lentamente y puede notar como el grimwalker trata de huir de la lluvia. Se retuerce e incluso intenta de correr. Pero está demasiado agotado para eso. El agua que se filtra por su cuerpo se tiñe de rojo, la herida aun abierta donde antes estaba su brazo emanaba chorros de sangre.

Para Philip se ve bastante parecido a un animal. Sin embargo es incapaz de culparlo. Jamás conoció la verdadera lluvia. O tal vez si y sólo no lo recuerda. En ese instante las dudas empiezan a crecer en él. Trepando por su espalda y deslizándose por su garganta ¿Realmente debió haber salvado de su miserable destino a este ser que a duras penas podía definir?
Fue impulsivo, podría decirse. Dejo que sus emociones tomasen el control, fruto de embrujos y provocaciones.

Claramente este no es el lugar al que pertenece. Pero tampoco lo eran las Islas Hirvientes. Era lo más cercano a un humano que pudo crear, lo más humano en todas las islas además del mismísimo Philip. Por otro lado el peso de sus miedos estaba concentrado ahí, todo aquello que se negaba a dejar ir ¿Si no por qué se dejaría encariñar una y otra vez por la misma persona que una y otra vez lo apuñalaba por la espalda?

EL DÍA DESPUÉS DEL DÍA DE LA UNIDAD... |{TOH Au.}|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora