PROLOGO.

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Siempre habíamos sido una familia feliz, con todos los contras que conlleva ser un hombre lobo, pero aun así éramos felices. Era la pequeña de cuatro, mi hermana Laura podía convertirse en lobo al igual que Talia, mi madre. Laura tenía total control de su cuerpo en luna llena al igual que Cora, pero Derek y yo... era más difícil para nosotros. Nuestra madre y tío Peter; nos decían que teníamos que recitar un mantra el de nuestra familia era: Alfa, beta, omega. Que significaba que cualquier hombre lobo podía pasar de alfa a omega, que no importaba tu puesto en la manada porque en cualquier momento podías subir o bajar de puesto. Así que las noches de luna llena Cora, Laura y los demás podían salir al bosque; mientras que Derek y yo nos quedábamos encerrados y atados con cadenas en el sótano normalmente alguno se quedaba con nosotros. Hasta que en un partido de Lacrosse fue titular en el equipo y tuvo que intentar con fuerza controlar el hombre lobo de su interior, de esa forma Derek pudo contener su fuerza y mantenerse como humano una noche de luna llena. Mi control en luna llena paso un año más tarde, tenía 11 años; le tocaba a mi madre cuidarme y cuando empecé a transformarme comencé a recitar el mantra hasta que lo controle.

Tres años más tarde toda mi familia moría en un incendio. Laura y Derek estaban en la universidad cuando paso y desaparecieron, pensando que yo también había muerto pero ese día había decidido no ir a clase y quedarme por el bosque. Cuando llegue a casa, esta estaba quemada y había un coche de policía fuera. Al ser menor y no tener más familia, se le concedió la custodia al estado y yo me tuve que ir a un orfanato que se encontraba en un pueblo a 30 kilómetros de mi hogar. A los meses tuve la "suerte" de que me adoptara una familia, por lo que entendí solo habían podido tener un hijo y ahora querían una hija pequeña pero no un bebe y cuando me vieron me escogieron. No era problemática, intentaba ser lo mejor que podía para que no me devolvieran al orfanato. Mi hermano adoptivo era mayor que yo, debía de tener la edad de Derek, al principio era algo borde conmigo hasta que descubrió porque era huérfana; entonces se apiado de mí y comenzó a portarse como un hermano. Me solía preguntar sobre mis hermanos quería que le contara cosas sobre ellos, decía que debía mantener fresco los únicos recuerdos que me quedaban de mis hermanos.

La noche antes de mi decimoctavo cumpleaños, mi hermano adoptivo Kyle truco en la puerta de mi habitación y yo le invite a pasar. Era alto y musculoso, su pelo era castaño oscuro y sus ojos claros como el cielo, era bastante atractivo. Creo que de no haber sido mi hermano adoptivo ahora mismo estaríamos saliendo juntos. Pero no, el universo va en mi contra y tuvo que adoptarme su familia; aunque bueno, mejor eso que seguir en el orfanato.

-Amanda... mañana es tu cumpleaños y he buscado información sobre los Hale y... -dijo Kyle pero hizo una pausa.

-¿Y qué? Kyle... respóndeme. -dije nerviosa. ¿Qué información había conseguido de mi familia?

-Ha llegado la hora de que vuelvas con tu familia Amanda. Hay dos Hale en Beacon Hills. -dijo Kyle sonriendo.

-¿En serio? -pregunte súper contenta. Me levante de la silla del escritorio y le abrace. -Kyle, ¿en serio? ¿Quiénes son? -dije soltándole.

-Me cole en la base de datos de la policía y en Beacon viven Derek y Peter. -contesto Kyle.

-Oh dios. -dije aguantando la emoción. -Mi hermano... y mi tío, han vuelto a casa. -volví a mirar a Kyle y me tire a sus brazos. El me abrazo también. -Muchas, muchas gracias. En serio Kyle, no sabes lo agradecida que soy. ¿Cómo...como puedo agradecértelo?

-Has sido mi hermana durante varios años y mi mejor amiga, con eso ya me vale.

Le solté y le mire a los ojos, ¿me estaba ayudando a escapar? Quizás sí, había encontrado a mi familia, a mi hermano de verdad. A Derek. ¿Estaba dispuesto a dejarme ir y perder la única hermana que tendrá nunca? Aunque no fuéramos hermanos de sangre, había estado conmigo durante todos estos años en lo bueno y en lo malo.

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