Comenzamos a hablar de la nada. Se podría decir que fue bastante raro y a la vez un poco tierno que me calmaras cuando no podía dar mi respuesta en comunicación.
¿Te digo la verdad?
Sabía que eras la más inteligente entre todas nosotras, o al menos en el grupo donde fuimos elegidas, justo por eso no quería fallarte, quizá solo quería llevarme bien contigo, sorprenderte, o simplemente tenía un poco de curiosidad acerca de ti.
Poco a poco fuimos hablando; noté que no eras tan seria como aparentabas, de hecho, eras bastante divertida y también amable (a tu manera). Me asusté un poco porque para ser sincera fuiste muy coqueta, y la verdad no pensaba que pasara algo así con alguna de la clase.
Así es como te conocí más y más, debo admitir que a veces te comportabas de manera rara; quiero decir, nadie te dice que le gustas al 5to día de conocerse, me hablabas de tu ex y contabas algunos detalles que lamento haberme enterado, para que al final de todo terminaras con una frase como: "Eres muy linda, ¿ya te lo había dicho?"; pero aún así traté de entenderte y acomodarme a ti.
Empecé a conocer mi lugar en tu corazón; no era la más importante ni las menos irrelevante, solo era alguien con quien hablabas e intercambiabas las típicas frases de adolescentes "hormonales" y "cariñosos", pero yo sabía muy en el fondo que aún querías y extrañaba a esa chica.
Esa chica que fue mi amiga... Con la que reí, lloré y desnudé todas mis emociones, problemas y sentimientos. Aquella chica que habló mal de mí antes de conocerme, de la cual había decidido alejarme para no poder reclamarle nada y solo fingir que no la conocía; esa es mi triste manera de salir de ese tipo de problemas.
Lo que sentí fue muy bonito, tus regalos me encantaban...
Ahora que tantas cosas se pusieron entre nosotras, puedo comprobar que solo fui alguien con quien querías desquitarte para aplicar la teoría de: "Un clavo saca otro clavo", es bastante triste