1
Alemania, año 2005
Charlaban con el acompañamiento de risas y empujones, a través de las vacías calles de Hesse, Alemania.
—Entonces, ¿qué sucedió con la chica del club? —cuando preguntó, el cigarrillo del hombre se meneó.
—Grandioso. Lo hicimos en el baño y me dio su número —respondió el otro colega.
Ambos correspondían al desactualizado estereotipo de europeos rubios.
—Presumido. Yo te dije que era buen sitió, aunque no tuve tanta suerte como tú. La chica en que me fije estaba ebria y muy mal.
Se lamento Karl. Al menos pudo bailar con ella, antes de que aquella linda rubia se le subiera el alcohol.
Tuvo que devolverla manchada de vomito a sus amigas, resignado a marcharse sin placer carnal. Después de todo, a eso iban muchos individuos.
—Que lastima.
—Con esto ya no me vas a decir que no lo intente, seguiré con las citas a ciegas.
—Como quieras —se burlo su amigo y se adentraron a una calle penumbrosa.
Karl minimizó su desconfianza, aunque sitios por el estilo atraen ladrones o malvivientes cuya moral les permite atentar contra pobres incautos. Quería relajarse, pero no pudo evitar alarmarse, conforme notaba varias anomalías; la farola fundida, el desolado cruce peatonal, una falta absoluta de actividad humana.
—Yo paso de una relación, las novias requieren...
Karl dejó de oírlo, en lo poco que podía percibir, distinguió la sospechosa silueta negruzca apostada en medio de la calle.
Se mantenía quieto, no importaba cuanto se acercará él y Eric. Resultó inquietante, pero debía bastar rodearlo, igual que ante incómodos encuentros con vagos ebrios.
Sin embargo, el individuo les habló faltando unos pasos de pasarlo.
—Ya lo veo... que lamentable.
—¿Perdón?
Escuchó a Eric responderle, viéndose obligado también de parar.
—No te hablo a ti, si no a ese miserable «¹Wadho».
El corazón se le quedó atascado en la garganta, lo que para otros serían palabras aleatorias e ininteligibles, para Karl significaban mucho.
—¿Qué? ¿Qué quieres decir con eso idiota?
—Eric, déjalo, solo vamonos.
—No, tú no iras a ningún lado —aseguró el individuo apenas con la nota requerida para entenderlo en tanto y proseguía—. Maeyt.
Seguido de aquel susurro, la calle retumbó de un rosa iridiscente que serpenteó hacia ellos.
Karl reaccionó rápido, dio un pisotón al concreto y gritó.
—¡Ormizav! —el pavimento acudió, como sirviente de comandos automáticos, y fracciones suyas hicieron de muro, protegiéndolos a duras penas.
El ataque lo volvió añicos, trozos partidos de la acera rebotaron por todas partes y Karl cayó de espaldas.
—¡¿Que diablos fue eso?!
—¡Vete Eric! —exclamó él mientras tosía—. ¡Vete!
El individuo susurro algo que no fue posible oír dada la distancia, y la farola, que Karl creía inservible encendió.
El ambiente se impregnó de algo pesado, sofocante y antinatural y la acera fue cerrada por una inexplicable capa de cristal, la cúpula rodeaba la calle completa.
Aquel individuo lucía andrajoso, tenía la ropa sucia, raída, aspecto demacrado y el cabello quebradizo hecho giras, blanco hasta las raíces.
—¡¿Qué esta pasando?!
—Vaya. ¿Es lo único que se te ocurre decir? que «²Ordinario» más estúpido.
En ese momento, Karl logró ponerse de rodillas. El albino soltó una risa burlona, confiado.
—¡Eso es! demuestra que al menos puedes pelear.
No hacía falta ser un genio para averiguar sus intenciones, la única salida era enfrentarlo.
—¿Qué mierda quieres? —preguntó Karl tratando de hacer tiempo, distraerlo.
—Tu corazón —respondió el albino, mostrando sus torcidos dientes amarillos.
La respuesta le heló la sangre a Karl y cada musculo de su cuerpo, trabajo en prepararse para atacar.
—Que mejor víctima que tú —clamaba el albino, con la mirada turbia colmada de brillo—. Una despreciable cucaracha que prefirió el mundo de estos Ordinarios a buscar explotar su talento, renunciaste a las artes ocultas a ser ³Ocultista. Si tu no quieres tu poder, yo lo voy a tomar.
—¡Kruvikinz! —Karl volvió a gritar otro conjuro, y de la palma de su mano emergió con prontitud instantánea un tornado. Le había dado al desconocido, de eso estaba seguro.
—Nemurtch.
Dijo el albino detrás, con la mano apoyada en su espalda.
El muchacho perdió el color, pálido como la nieve se desplomó en el suelo.—¡HIJO DE PERR*!
Eric corrió preparándose para golpearlo, el andrajoso lo señaló con un rápido movimiento.
—Okro.
El efecto fue instantáneo, Eric dejó de correr y el ímpetu lo arrastró.
Tirado, fue presa de la desesperación, abrió la boca como si se ahogara. Al sacudir los brazos, sentía una especie de plástico en sus dedos, adherida para encapsular y asfixiar.
—No lo dije ya. Los ordinarios son tan insensatos. Bueno, de todas maneras iba a matarte.
El forcejeo de Eric perdía fuerza, a medida que la vida se le escapaba, el albino se quedó a ver como moría.
¹Whado: Manera despectiva sin traducción fija, asociada más al significado de "traicionero"
²Ordinario: Persona sin capacidades ni conocimientos mágicos.
³Ocultista: Persona capaz de usar magia.
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EL MAGO BASTARDO
FantasíaNeal un joven bastante solitario, emprende un viaje junto a su mejor amiga Marian, para confrontar a la familia que tuvo el descaro de contactarlo pasado tantos años. Lo que parece un asunto algo dramático y trivial, puede tornarse más complejo si...