Sesión Ocho

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tenía, pero ahora está empezando a entorpecer mucho las cosas. Sí, cosas como mi vida. Verá, no es que antes fuera la alegría de la huerta, antes de que me pasara todo esto, y tenía buenas razones, ya lo creo: hermana muerta, padre muerto, madre alcohólica, padrastro idiota... Pero al menos intentaba no tomarla con el mundo entero. ¿Ahora? Joder, parece ser que no hay nadie que no me ponga de los nervios: usted, los periodistas, la poli, el cartero, una piedra en mitad de la carretera... Bueno, puede que con la piedra no tuviera ningún problema. Y el caso es que antes me gustaba la gente. Joder, si hasta podría decirse que era una persona puñeteramente sociable. Pero ¿ahora?

Lo de mis amigos, por ejemplo. Me llaman o intentan venir a verme, siguen invitándome a todo, pero enseguida empiezo a pensar que lo único que quieren es saber de primera mano cómo va la investigación, o que me invitan porque piensan: «La verdad es que tendríamos que invitar a la pobre chica, es nuestra obligación». Y entonces, cuando digo que no, seguro que se pasan un buen rato hablando de mí a mis espaldas.

Y ¿lo ve? Está muy mal por mi parte pensar eso, es muy infantil, así que imagínese decirlo en voz alta, porque debería estar agradecida de que a la gente le importe lo bastante para intentarlo al menos, ¿no?

El caso es que en mi vida no pasan demasiadas cosas que quiera compartir con los demás, y no sé de qué va ni la mitad de las tonterías de las que hablan. Estoy desfasada por completo en cuestión de cine, acontecimientos mundiales, tendencias y tecnología, así que si me tropiezo con alguien conocido durante una de mis breves incursiones en el mundo exterior, les pregunto por su vida y ponen cara de alivio y empiezan a hablar sin parar sobre una crisis mundial o un nuevo novio o el próximo viaje que van a hacer. Yo me digo a mí misma que casi es reconfortante oír que, a pesar de que mi vida está destrozada, la gente se levanta todos los días y sigue adelante con la suya. Algún día yo también podría estar echando pestes de mi trabajo.

Pero después de despedirnos y de ver cómo se marchan y vuelven a sus preciosas vidas normales, vuelvo a experimentar el mismo cabreo de antes. Los odio por no sentir el dolor que yo siento, los odio por poder ser capaces de disfrutar de la vida y divertirse. Y me odio a mí misma por sentir todo eso.

Hasta he conseguido perder de vista a Christina, aunque se ha resistido lo suyo. Al principio, cuando empecé a vivir en mi casa de nuevo, se dejó la piel adecentándolo todo, colocando los muebles en su sitio y dando de alta todos los servicios. Hasta me llenó la nevera. Antes, su actitud de «yo me ocupo de todo» era una de las cosas que más me gustaban de ella. Joder, si antes estaba encantada de la vida dejando que Christina se encargara de todos mis asuntos... Pero cuando empezó a pasearse por la casa con su libro de feng shui en la mano, tratando de recolocar las cosas para que atrajese energía curativa, trayéndome listas de teléfonos de psicólogos —eso fue antes de que diera con usted — y folletos de retiros de fin de semana para víctimas de violación, empecé a ponerme cada vez más intransigente y ella, cada vez más agresiva.

Y entonces le dio por el rollo de querer que habláramos de lo ocurrido, y se traía botellas de vino y sus cartas del tarot. Hacía una tirada y luego leía frases clave del libro, como por ejemplo: «Has sufrido mucho y lo has pasado muy mal. Ha llegado la hora de que compartas la carga de tu sufrimiento con tus seres más queridos». Para asegurarse de que captaba la indirecta, después de cada una de sus frases me miraba a los ojos y hacía una pausa. Toleraba más o menos aquellas visitas, a pesar de que no me resultaban agradables, pero cuando un día dejó las cartas en la mesa y dijo:

«Nunca superarás lo que te ha pasado si no empiezas a hablar de ello», perdí la paciencia.

—Tu vida debe de ser una auténtica mierda si tan desesperada estás por meter las narices en mis miserias, Christina.

Nadie Te  Encontrara *Niall Horan* Terminada *Donde viven las historias. Descúbrelo ahora