Un amor a blanco y negro

Una sonrisa

-Ella es irene- se limitó a contestarle Mario a su amigo Arturo.
-Irene? No la conozco, es nueva por aquí?- dijo Arturo extrañado
-Si, justamente ingresó este año, es alguien agradable, espero que se lleven bien-

Arturo, con algo de pena, aunque no timidez, siempre fue muy extrovertido, nunca le dio problema hablar con nadie y esta vez no fue la diferencia

-Hola Irene- dijo apenado -soy Arturo, un gusto conocerte- para después extenderle la mano, ella solo asintió y accedió a la presentación del muchacho tomándole la mano -Soy Irene- dijo con suavidad, Arturo soltó lentamente la mano de Irene y se dispuso a retirarse, pero antes de que lo hiciera Mario exclamó -vamos a tomar algo, yo pago- Arthur se limitó a responder -voy tarde, nos vemos luego, hasta luego Irene, gusto en conocerte- dijo esbozando una sonrisa hacia la mujer que acababa de conocer.

Arturo tuvo un camino tranquilo a casa, sin novedad alguna, no le molestaba sentarse en un autobús y esperar el paso del tiempo hasta llegar a su hogar, pero por alguna razón absurda no dejaba de pensar en la muchacha que había conocido, en un momento decidió dejar de darle mente a esa situación sin importancia y seguir con su camino, se distrajo observando árboles y algunas aves en la zona, pero ese pensamiento rondaba su mente ¿Que pasaría después? ¿Que tantos temas tenía por hablar con ella y que otras cosas que contarle? Se preguntaba de manera desesperada si era solo conocerla y ya, pero en realidad el destino deparaba más que eso...