Onceavo Capítulo❣

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La repentina vuelta de las buenas relaciones entre Obito y Deidara sorprendió a Minato.

–Rin, ¿sabes qué les pasa?– le preguntó a su alumna ejemplar luego de que los varones volvieran a reírse por enésima vez de un tonto tropezón de Obito, lo que normalmente significaba tensiones de parte del azabache.

–Minato-sensei, ¿no le parece que es un maravilloso día?– le sonrió Rin –. Se nota el buen humor de las personas. ¡No perdamos el tiempo y entrenemos, sensei!

–Ah, sí– se encogió de hombros. No entendía nada, pero era mejor obedecer. Kushina siempre le repetía que no dejara de oir a las mujeres, en especial a Rin, y de todos modos si los problemáticos muchachos se comportaban bien, era mejor no hacer creer a la buena fortuna que estaba renegando de ella.

Al terminar el entrenamiento, Rin se despidió con rapidez de ellos, no sin antes guiñarle un ojo a Obito y salir corriendo disparada con la excusa de ir a la biblioteca.

Deidara no se perdió detalle de nada y le preguntó al otro qué era eso.

–Tuve que recurrir a Rin para que me ayudara contigo– reveló avergonzado –. No sabía bien qué me pasaba ni cómo hablarte– se ruborizó por completo.

Deidara también sintió un leve bochorno, y se preguntó cómo continuar la charla.

–En Iwa las chicas me suelen regalar cosas también. Y aquí lo hacen las señoras, hm.

El rostro de Obito se volvió seco y amargado.

–Pero– continuó –, nadie me ha dado una flor antes. Se siente distinto– terminó con corte.

En el estómago de Obito se desató una danza de mariposas.

–E-es que me caes bien– de repente, se sentía el rey del mundo al ser el primero en darle una flor a Deidara. El mundo se lo perdía.

–¿Le das flores a cualquiera que te cae bien?– contraataco divertido, atento a sus reacciones, que le parecían monísimas.

–¡C-claro que no! Es que eres especial.

Enseguida cerró sus ojos y se tapó el rostro, hirviendo.

Una vez que escuchó aquello, Deidara se sorprendio por completo.

–¿Especial? ¿En qué? ¿Por qué? ¡Dime!– comenzó a dar vueltitas a su alrededor.

–¡No preguntes!

–¡Dime!– le tomó el cuello anaranjado de su chaqueta, acercándose mucho a su rostro.

Obito se repuso con dificultad a un mareo.

–Bueno, yo…

–Hm– se impacientó otro poco.

–Está bien– Obito tembló, secándose las palmas de las manos en sus pantalones –. T-te voy a abrazar– avisó, pero sus ojos eran interrogantes.

Deidara asintió sin darse cuenta.

Obito extendió sus brazos y acabó con la pequeña distancia entre ellos, abrazándolo suave y maquinalmente.

Su impericia no podía ser notada por el artista, que sólo atinó a acercarse más a él, levantando sus brazos tras la espalda de Obito.

El chico Uchiha lo levantó unos centímetros del suelo y dio un pequeño giro, mientras los dos comenzaban a reír mirándose a los ojos.

–Así de especial– Obito lo bajó lentamente.

–Hm– Deidara también lo soltó –. Entonces, te diré algo– le hizo señas para que se acercara.

Fue sin querer queriendo... (Obidei/Tobidei)❤Donde viven las historias. Descúbrelo ahora