Capitulo 3. Una y otra vez

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                               Joe

Estoy acostado junto a Alessa hace mucho no la veía así de mal entiendo su postura, actua más correcto que cualquiera, en ocasiones incluso le he dicho que no tiene que ser tan correcta pero es parte de ella y lo entiendo la apoyaré la decisión que tome y si quiere dejar su trabajo igual la apoyaré pues creo esta muestra de gratitud es la primera de muchas que serán solicitadas por su jefe.

—Renuncia, déjalo todo y escapa conmigo– digo con una sonrisa que hasta duele de lo grande que se forma.

—¿De que hablas?– dice mientras me ve confundida.

Me suspendo rápidamente, ella me ve algo sorprendida.

—Tu eres todo lo que necesito, yo soy todo lo que necesitas, manda a la mierda a tu jefe es más manda a la mierda a todos, a todos menos a mi, me quedaré contigo acompáñame viajemos juntos conquistamos el mundo los mares, el espacio– digo lleno de energía y sonriente.

—Ya basta– dice mientras rie —No podemos ni dirigir el pequeño grupo de niños que viene a aprender a tocar los instrumentos ya vamos a conquistar el mundo y los océanos– Su expresión cambió esta muy sonriente y me llena de calidez el corazón.

—No tiene que pasar, solo necesito intentarlo y permanecer a tu lado, no importa que hagamos, mientras algo me sirva de excusa para estar contigo me da lo mismo el que sea– me acerco y la veo fijamente a los ojos —Solo te necesito a ti para ser feliz puedo dedicarme a algo más, puedo buscar otro trabajo para que no tengas que preocuparte y seguir tolerando a tu jefe, yo me haré cargo de todo mientras encuentras trabajo en otra firma o algún despacho pero no tendrás que preocuparte ¿si? no tienes porqué tolerar más manipulaciones.

—Te amo, y descuida se que lo manejare bien y sabes no me molestaría ser ama de casa un tiempo estando contigo e incluso ayudando en tu trabajo porque a decir verdad pienso igual que tú, eres lo único que necesito para ser feliz– dice mientras comienza a besarme.

—¿Estas tratando de seducirme?– digo sonriente mientras siento como ella besa mi cuello y ríe —Porque si es así te esta funcionando.

—No se de que hablas– dice mientras sus manos se deslizan por debajo de mi camisa —Casi siempre duermes sin camisa y precisamente hoy decides dejarla.

Sonrio mientras sostengo sus manos, me acerco y la veo fijamente a los ojos, la mujer a la que amo, y la razón de que cada día valga la la pena vivirlo; beso sus labios y el dulce sabor de su boca incrementa mi deseo, la acercó más a mi y siento la calidez de su cuerpo fusionándose con la mia, las yemas de sus dedos acarician suavemente mi abdomen y siento como da pequeños mordiscos en mis labios mientras mi lengua se introduce en su boca para encontrarse con la suya. Mis manos se deslizan suavemente desde su rostro hasta sus piernas, subiendo por ellas en introduciéndose debajo de una de mis camisas que ella usa de piajama.

—Te amo– la escucho decir mientras me ve a los ojos.

—Yo tambien te amo– le digo sin apartar la mirada.

Ella retira mi camisa y yo repito su acción; mis brazos rodean por completo su cuerpo y comienzo a besar su cuello mientras uno de mis brazos la envuelve y la sostiene, mi mano recorre su cuerpo dibujando su contorno una y otra vez, siento sus manos acariciando mi espalda mientras bajo lentamente por su cuello hasta su pecho dejando un camino de pequeñas mordidas, comienzo a besar sus senos mientras una de mis manos acaricia sus muslos y la otra rodea su cintura acercando la más a mi, entre mas paso con ella mas adicto me vuelvo a su olor y su calidez, ella enreda sus dedos en mi cabello mientras escucho como un pequeño gemido se escapa de su boca y su respiración se acelera, continuó bajando por su abdomen y mis manos se deslizan por sus caderas hasta sus piernas, comienzo a besar sus muslos y levanto sus piernas, retiro lo que le queda de ropa y ella solo me observa, se levanta y se acerca a mi su mirada se mantiene fija mientras sus manos terminan de desnudarme, ella se recuesta mientras una de mis manos se posa en sus caderas y la otra al lado de su rostro, comienzo a penetrarla haciendo movimientos lentos con mi cadera y ahogo sus gemidos en mis labios, sus piernas me envuelven y veo como el sudor comienza a brotar de sus poros mientras mi abdomen choca con el de ella, comienzo a besar su cuello y a acelerar mis movimientos, lo cual agita mi respiración e incrementa sus gemidos, tomo sus brazos y los levanto les sostengo fuertemente ambas manos mientras la otras se posa en su cintura y mis movimientos se vuelve pausados pero fuertes, su espalda se arquea y sus gemidos endulzan mis oídos, la suelto y la tomo por la cintura levantando la junto conmigo hasta que queda sobre mis piernas, sus caderas comienzan a danzar frotándose contra las mías, se escuchan mis gemidos y ella sonríe, estoy por llegar al clímax y tal parece que ella también, la coloco sobre la cama y llevo mis brazos por debajo de sus rodillas levantando las y llevándolas hasta casi tocar sus senos me sujetó de la cama y comienzo a acelerar mis movimientos hasta llegar al clímax y veo que ella igual, bajo sus piernas y me recuerdo a un lado, ella se acerca y comienza a besarme, yo acaricio su rostro y nuestras miradas lo dicen todo, si me dieran a elegir en esta o en otra vida sin lugar a duda la elegiría a ella una y otra y otra vez, me quedo a su lado besandola y acariciando la tratando de expresar en segundos un amor que sin importar cuánto tiempo me de la vida jamás podré terminar de expresarlo.
      

                              Alessa

Despierto al sentir variados aromas provenir de la cocina y al acercarme veo a mi esposo en tan solo ropa interior y un delantal puesto cocinando y por alguna extraña razón se me hace de lo más sexy que he visto y cabe mencionar lo bien esculpido que esta su cuerpo, pues hace ejercicio entre semana no comprometido pero lo suficiente para mantener su cuerpo y así esta más que perfecto.

—Despertaste, espero tengas hambre pues últimamente mi inspiración se esta yendo directamente a la cocina y no a la música, aunque también he escrito un par de canciones más– dice sin dejar de ver lo que prepara.

—No tengo la más mínima queja de eso– digo mientras me siento a observarlo despeinada y solo con una de sus camisetas.

El sonríe y comienza a servirme el desayuno que parece ser algo al estilo francés con un croissant, dos tipos de mermeladas, un Homelete papas, jugo de naranja y un café. Me da un beso y luego va a ducharse y a vestirse, pues tiene trabajo a diferencia mía que gracias a la posición que me encuentro quizás me pueda tomar ciertas libertades.

Lo veo salir ya arreglado y con su guitarra colgada del hombro, muy sonriente y listo en verdad se nota que ama lo que hace a veces creo que más de lo que yo amo mi trabajo.

—¿Enserio lo preparaste todo?– creo que se levantó muy temprano ya que si preparo todo desde cero le llevo bastante tiempo

—Si– dice mientras rie —Desperte temprano y me dio tiempo, aunque tampoco es tan elaborado son varias piezas por separadas puestas como un solo desayuno– dice con una sonrisa inocente.

—Me haces quedar como una mala esposa– le digo sonriente.

—No podrías ser una mejor esposa– me dice para luego besarme —Bueno debo irme, supongo irás más tarde a hablar con tu jefe o a renunciar de lo contrario te pediría que me acompañaras.

—Aún no lo se pero, quizás puedas volver temprano, ¿Si?– digo mientras lo detengo por su brazo.

—Tratre– dice y luego se va.

A decir verdad será un día difícil pues aún no he tomado una decisión de como solucionar el problema en el que me veo envuelta pero creo tengo tiempo para pensarmelo, quisiera todos mis días terminarán como el de ayer y comenzarán como el de hoy, sin lugar a duda el logra que me vuelva a enamorar una y otra vez crei mi felicidad era dedicarme a lo que amo pero mi felicidad depende de él pues mi trabajo ahora se siente más como una carga.

Amargo sabor a café Donde viven las historias. Descúbrelo ahora