S.4.S

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Esa mañana se alistó para salir, porque en la madrugada se dio cuenta de que se había quedado sin hojas en su viejo cuaderno, ahora tendría que conseguir uno nuevo. Se acercó para alimentar a sus gatos, pero al abrir la bolsa de croquetas, el bol permaneció vacío.

"Por todos los demonios"

Ahora debía conseguir algo de comida para gatos también, eso sí no quería que su tía le pateara el trasero y lo echara de su casa por descuidar a sus niños cuando volviese de su viaje al extranjero.

Además, eran buenos gatos. A veces lo despertaban por la noche y aparecían en su habitación como espectros malvados sobre su pecho con una mirada brillante y llena de odio. Pero él sabía que nunca tratarían de matarlo o algo así... Bueno, estaba casi seguro, aún tenía sus sospechas.

Antes de salir, buscó entre sus bolsillos algo de dinero, dándose cuenta de que le quedaba algo de efectivo. También recordó que la noche anterior en la farmacia había visto unas libretas y algo de comida para mascotas en descuento.

Suspiró resignado y se frotó el cuello tenso. No quería volver ahí, pero era el lugar más cercano y podría conseguir sus cosas a un buen precio.

✟ ... _ _ _ ... ✟

Cuando entró al local fresco y bañado de una nueva y radiante luz natural algo escasa por las horas de mañana, el hombre detrás del mostrador lo miró neutral, sin embargo le dedicó una mirada que parecía gritar a las cuatro paredes un "ay, no, ¡tú otra vez!"

Changkyun se encogió de hombros sintiéndose avergonzado y distraídamente tomó la primera libreta que vio en su andar.

—¿Qué se le ofrece? Ya casi acaba mi turno.

—Buen día, hyung.

El azabache enarcó una ceja, extrañado por la renovada actitud del chico, mirándolo con la misma intensidad con la que lo miró la noche anterior. Sólo que ahora, con la luz del día, cada pequeño gesto era más notorio, mucho más para un ojo experimentado como el de Changkyun, quien dejó la libreta sobre el mostrador y a penas elevó la mirada unos segundos para no parecer grosero.

Por dentro estaba muriendo de vergüenza.

El mayor lo miró unos segundos antes de soltar una risilla sin gracia y pasar el producto por el lector de barras.

El rubio aprovechó para acercarse a los estantes nuevamente y tomar algo de la comida para gatos que estaba en descuento.

Volvió a la caja nuevamente, con la cabeza gacha y mordiéndose el labio inferior, mirando a todos lados menos al hombre que tenía delante suyo.

El azabache terminó de teclear y antes de que le dijera algo, Changkyun dejó los sobres en el mesón.

—¿Quieres llevar estas también?

El rubio asintió en silencio, desviando la mirada hacia la superficie del mostrador y luego hacia sus dedos que jugaban inquietos fuera del rango de visión del otro hombre, aún esquivando su mirada.

Éste último metió todo en una bolsa, se la entregó y le cobró enseguida.

—Gracias, hyung.

Agradeció haciendo una semi reverencia, que dejó aún más atónito al azabache.

Antes de dejar el lugar, Changkyun se volteó hacia él, le dedicó una mirada y le hizo unas señas poco entendibles que para el hombre podían ser interpretadas como un "No te preocupes, no volveré aquí, te lo prometo"

El mayor se irguió en su sitio, viendo al chico abandonar el lugar una vez más y se cruzó de brazos negando con la cabeza aún sin lograr entender el repentino comportamiento de ese muchacho. De un día para el otro parecía ser una persona completamente diferente.

S.O.S. Blood-sucker! Donde viven las historias. Descúbrelo ahora