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Abrir los ojos de forma abrupta fue el peor de los errores, sumergiéndole en un mareo intenso que le provocó náuseas por un momento. Acabó tomándole más de lo que le gustaría admitir el recomponerse y comenzar a recuperar gradualmente la noción de casi todo a su alrededor.

Sin embargo, y al intentar quedar sentado, Fargan se sintió profundamente extraño, vacío, como si algo no encajara y estuviera mal en él. Todo lo que era su cuerpo se percibía ligero, casi como si fuera una pluma olvidada en el tiempo.

Lo segundo fue el terreno debajo suyo, cayendo en cuenta tardíamente en la nieve congelándole la piel descubierta, echándose un vistazo y comprobando que llevaba la armadura en pésimas condiciones encima. Lo acontecido en una cantidad de tiempo incierto le supo cuanto menos surrealista, analizando su entorno e intuyendo que estaba demasiado lejos de casa, aunque... lo primero es lo primero.

Alzó una de sus manos frías para materializar el inventario holográfico como ya era lo acostumbrado, sintiendo casi de inmediato un nudo en la garganta tras verificar que entre sus pocas pertenencias yacía la gloriosa varita de hielo.

La alegría hizo que se olvidara de todo por unos prolongados segundos, confirmando para su propia satisfacción y alivio que no había ido a parar a otro lugar desconocido ni mucho menos a Karmaland. Continuaba con todas sus letras en TortillaLand.

Con movimientos vacilantes acertó a ponerse en pie, estableciendo un equilibrio mínimamente decente tras disponerse a dar el primer paso. Frente a sus ojos no se mostraban más que árboles junto con una abundante nieve cubriéndolo todo, ralentizando su marcha debido al frío, sabiendo que el viaje hasta allí había conseguido debilitarle en gran medida.

Mas no importaba. Ahora mismo, aquello era la menor de sus preocupaciones.

Eventualmente, y tras lo que se sintió como una jodida eternidad andando a la deriva, se topó de lleno con el amplio mar recibiéndole en todo su esplendor, bastándole una sola mirada para sentir que la oscuridad de la noche adueñándose también de la vida marina le absorbería en cuanto la varita de hielo osara tocar el agua.

«No te preocupes por nimiedades. Tu única prioridad ahora es llegar al pueblo y averiguar como sea en qué día exacto me escupió el portal»

Con tiento materializó el desordenado historial de ubicaciones en el holograma, marcando directamente el camino a casa. Descubrió que la suerte seguía de su lado al notar los pocos kilómetros que le separaban de ésta, avanzando entre saltos y ciertas pausas al percibir el poco peso de su propio cuerpo.

Intentó no enfocarse demasiado en ese detalle, continuando con su camino y desarrollando unas ansias casi incontrolables al apenas estar a pocos metros del faro. La primera pista fue el haber reparado en que la ubicación le marcaba inequívocamente la torre, tratando de empujar el desánimo por ello bastante lejos.

Primer indicio: en esta línea de tiempo a la que fue arrojado, todavía continuaba viviendo a sus "anchas", sin haber recibido la invitación hospitalaria de Focus.

Suspiró. Su yo de esa época no tenía ni puta idea del giro de ciento ochenta grados que la vida -o el destino- tenía preparado para él.

─...Fargan?─una voz familiar cortó el hilo de sus intrusivos pensamientos, recordando de sopetón que ahora más que nunca le tocaba disimular─. Hombre, qué cojones te pasó?

El aludido se miró a sí mismo para hallarle alguna explicación a la expresión medianamente alarmada y preocupada de su confidente y amigo. A su juicio no lucía tan mal, de hecho no era la primera vez que le atrapaba con la armadura hecha mierda.

─Qué pasa?─preguntó sin comprender, tanteándose el cuerpo y sin encontrar nada que ameritara esa reacción.

─Cómo que "qué pasa?"─Auron llevó una mano hacia la frente descubierta del otro, percibiendo un frío que podría competir fácilmente con un témpano de hielo─. Estás pálido y jodidamente helado! casi luces como una aparición fantasmal con ese aspecto que me llevas!

Retroceso | FarcusDonde viven las historias. Descúbrelo ahora