Mary. [ BILLY HARGROVE ]

xxviii. CAPÍTULO VEINTICINCO

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El único sonido era la canción de Elvis que sonaba desde el coche. Las palabras que salieron de la boca de Billy rebotaron en la cabeza de Mary. Sabía lo asustado que estaba de decirle esto, y ahora no estaba diciendo nada. Solo quería escucharlo decirlo de nuevo para asegurarse de haberlo escuchado bien.

La respiración de Billy se había quedado atrapada en su garganta, y sabía que apretaba más la cintura de Mary. Eran esas tres palabras que Billy había escuchado tal vez en otra ocasión en su vida, y eran de su madre. Pero ella estaba en el pasado ahora, y sus palabras ya no importaban. Lo que importaba era la respuesta de Mary y cómo las palabras se demoraron entre ellos.

"¿Qué?" María cuestionó, su voz tranquila. Billy inmediatamente se arrepintió de sus palabras, el corazón se le partió a la mitad cuando sus ojos cayeron.

"Lo siento, no debería -"

"Billy, bebé, espera", dijo Mary, inclinándose y besándolo suavemente. Lo devolvió lentamente, Mary retrocedió para ver las evidentes lágrimas en sus ojos. "Dilo otra vez." Él frunció el ceño hacia ella, confundido.

"¿Q-Qué?"

"Solo... dilo otra vez", le dijo Mary en voz baja. Billy dudaba, pero confiaba en ella. Demonios, él la amaba.

"Te amo", dijo Billy de nuevo, tratando de mantener la voz firme. Mary exhaló ante sus palabras, el corazón latiendo a un millón de millas por hora. Ella se inclinó y lo besó de nuevo, Billy la acercó más a él. Una vez que se separaron, Mary apoyó su cabeza contra la de Billy.

"Yo también te amo", le dijo Mary. Una pequeña sonrisa apareció en el rostro de Billy, y creció lentamente a medida que las palabras se asimilaban. Él agarró su rostro y estrelló sus labios. El beso estaba lastimando de alguna manera, y se sentía diferente al resto de ellos. Había más pasión, más fuego. Billy levantó a Mary por las piernas y luego la depositó suavemente en el suelo. Ambos comenzaron a quitarse la ropa, sabiendo lo que vendría a continuación.

Esa noche no tuvieron sexo duro. No se torturaban ni se volvían locos. Hicieron el amor lento. Era mejor que las otras veces, y era real. Por primera vez en años, Billy Hargrove sintió verdadera felicidad. Felicidad genuina. Sintió amor.

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Los siguientes días en la escuela fueron fáciles. El fin de semana pasó rápidamente y el lunes llegó pronto para Mary. Actualmente estaba almorzando con Steve en el capó de su coche, pensando en la semana y en lo que tenía que hacer en algunas clases.

"Entonces, estaba pensando que podríamos ver una película el sábado por la noche. Solos tú y yo. Sin novio, y nadie más", sugirió Steve, sacando su almuerzo de la bolsa marrón. "O podríamos ir a buscar comida o algo a Pie Diner".