Pequeñas historias sobre estos lindos personajes, espero y sean todas de su agrado ♡♡.
♤Los personajes no me pertenecen
♤Acepto pedidos, sugerencias y criticas.
♤Las historias son 100% mías, por lo cual, no acepto plagio de estas.
Sin más que añadir...
Aclaración antes de empezar: Los padres de Anya no serán Yor ni Loid.
Castillo Neuschwanstein, Alemania
8:30 a.m.
El sol brillaba a todo su esplendor, las nubes estaban completamente despejadas, dejando a las aves revolotear en el cielo libre. Era una mañana perfecta, de esas en las que te dan ganas de salir al bosque en busca de nuevas aventuras y peligros sin explorar, pero eso era imposible, especialmente para el príncipe Damián, que en estos momentos se encontraba discutiendo con su padre en su habitación.
—Que no padre, no. —Refutaba con molestia.
Su progenitor Donovan Desmond le aclaraba de una forma dura y firme, que si quería el reinado tendría que buscarse una prometida, cosa que el más pequeño no aceptaba, no necesitaba de alguien y ni tampoco del reinado, solo precisaba escapar del castillo y ser libre de una vez.
A sus 16 años Damián, como cualquier otro chico de su edad, lo que buscaba era algo nuevo, toda su vida la ha pasado en el castillo, y solo salía cuando tocaba visitar otros reinos por nada más que negocios del Desmond mayor.
—Deja de ser tan terco, si no asumes este cargo nos quedaremos sin descendientes, además de que evidentemente nos atacarían los demás países por la ausencia de un rey. —Se acercaba fuerte a el tomándolo por los hombros, sacándole un escalofrío al peli castaño. —Voy a llamar a las mujeres más lindas de todo el mundo y con mayor estatus social, e igualmente tu la escogerás, no me importa si te gusta o no. —Finalizó para salir cerrando la puerta y dejando boquiabierto a Damián, que en respuesta bajo su cabeza además de apretar sus puños en forma de rabia pura.
Se acostó en su cama visualizando su techo, mientras un sin fin de emociones le recorrían en su vientre. "¿Seréinfeliz toda mi vida?" Pensaba el muchacho portador de una exuberante belleza.
Revolvía sus cabellos con frustración mientras cerraba sus ojos con desgano, no había desayunado, y no tenía ganas ni de comer, tal vez dormiría un poco y después pensaría las cosas con más madurez, porque en esos precisos instantes estaba que explotaba en furia.
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El joven de tez nívea despertaba a la vez que observaba su reloj que estaba colgado en la pared, 3:00p.m indicaban claramente las agujas. Damián se levantó y de igual forma, se puso su ropa formal para dirigirse a la cocina a pedir que le hicieran algo de comer.
