2. Indeseable

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Regresaba de la escuela directo al apartamento, habían terminado temprano mis clases así que tendría tiempo de divertirme un rato. Me detuve en un puesto de flores y tomé unas margaritas, eran sus favoritas; siguiendo mi camino pasé por un local de sushi, sabía que con eso la volvería loca.


Cuando llegué al estacionamiento aparqué en el lugar de costumbre, bajé del carro y me dirigí al lobby ahí estaba el encargado, iba a anunciar mi presencia sin embargo le dije que sería una sorpresa que tenía preparada para mi novia. Debido a que ya me conocía no me costó mucho tiempo convencerlo de dejarme subir, claro y unos cuantos pesos, ingresé al elevador, marqué el piso 17, la emoción que me invadía era tanta que se me estaba haciendo muy lento el llegar.


Las puertas se abrieron para mostrarme una sala grande de un color beige, agradable para el ojo de cualquiera, todo perfectamente acomodado.

Busqué señales de su presencia, pero no había ni un solo rastro. Caminé a lo que era la cocina y ahí estaba su bolso, un claro indicio que ella se encontraba en algún lugar del recinto.


Decidido, me abrí paso a la segunda planta; al pisar el penúltimo escalón una risa femenina fue percibida por mis oídos, definitivamente era ella. Di otros pasos más cuando una voz masculina hizo pararme en seco. Detenidamente preste atención y unas risas se mezclaban entre sí en el interior de la habitación.

De inmediato mi cerebro empezó a trabajar asimilando las razones posibles del por qué se encontraba alguien junto a ella, alguien que no fuese yo, y sobre todo ¿quién era?


Conforme me iba acercando a la puerta las voces eran más claras, la confianza con la que se trataban era evidencia suficiente de que se conocían hace tiempo. Presté mas atención y pude distinguir besos y declaraciones de amor entre ambos; era una burla, una estúpida burla para mi orgullo, a mí también me declaraba ese amor entre caricias y besos, seguramente como se lo estaba haciendo a él.


No podía más con lo que mis oídos escuchaban y mi cerebro imaginaba. Tomé el picaporte, empecé a girarlo, sentía un sudor en mi frente al no saber a quién me encontraría dentro, mil situaciones para reaccionar pasaron como una ráfaga en mis pensamientos. Conocía mis limites y era obvio que no lo tomaría calmadamente, si algo era seguro es que mataría al imbécil que estuviera dentro y a ella... no sé qué pasaría con ella.


Terminé de girarlo y cerré los ojos tragando en seco, preparándome para lo que estaba a punto de ver. La puerta hizo un estruendo y cuando esta se abrió completamente, abrí los ojos y...



—¡Daniel! ¿Pero...? ¿Qué Carajo? ¡¿Estas dormido?! —Dijo mi amigo Lening a la vez que me sobresaltaba por la forma tan brusca que abrió la puerta de mi habitación.


—¡No estúpido, por si no te habías dado cuenta en el preciso instante en que entraste como agente del FBI mi sistema entro en modo alerta! —Contesté tratando de disipar los recuerdos de mi sueño. Un sueño que me atormentaba desde hace tres años.


—¡Wow! Alguien no tuvo diversión anoche —Insinuó alzando las cejas y dejando ver una amplia dentadura en forma de sonrisa.


—¡Cállate! —Grité al recordar lo que me había dicho Yulith.


Scort © [Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora