8.Novia

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"Besos"

(...) Hay besos silenciosos, besos nobles
hay besos enigmáticos, sinceros
hay besos que se dan sólo las almas
hay besos por prohibidos, verdaderos.

Hay besos que calcinan y que hieren,
hay besos que arrebatan los sentidos,
hay besos misteriosos que han dejado
mil sueños errantes y perdidos.

Hay besos problemáticos que encierran
una clave que nadie ha descifrado,
hay besos que engendran la tragedia
cuantas rosas en broche han deshojado. (...)

                                                                                                                                                                         —Gabriela Mistral.


Sus suaves labios rozaron los míos, haciendo una explosión de textura al instante. La forma tan delicada en que su boca  saboreaba la mía, la manera en que se movía tan frágil en espera de alguna reacción de mi parte. Su aroma tan dulce me llegaba, penetrando mi nariz, provocando que no pudiera respirar con facilidad; no dudaba que estuviera matando poco a poco mis neuronas.

Dejé fluir el momento, seguí el ritmo que su cuerpo disponía sobre el mío, la tomé por la cintura juntándola un poco más, haciendo mas intimo el momento, ella por su parte acuno sus manos sobre mi barbilla perdiendo el equilibrio y dejando caer su escuálido cuerpo sobre mí. Era tan ligera que me costaba sentir su peso sobre mi cuerpo. Segundos pasaban y, parecía, empezaba a faltarle el aire pero no se atrevía a romper el momento, no fue hasta que un tono de celular nos interrumpió; era el mío.

Me separé de su delgado cuerpo, saqué el artefacto del bolsillo de mi pantalón y sin mirar quién era contesté.

 —¡¿Dónde carajos estas?! —El buen y agradable Lening salvando el momento. Me alejé un poco más de Abiagil para poder hablar mejor al telefono.

—Hola mi amor, estoy muy bien y ¿tú?

— ¡Te hice una pregunta, estúpido!

—Querida, no te exaltes, te hará daño.

— ¿Cabrón, se te ha olvidado que hoy vendrán mis padres y tú prometiste hacer la cena? ¡Te quiero aquí, ahora mismo!

Cada dos meses los padres de Lening venían a visitar a su pequeño retoño para que este no olvidara el afecto hacia ellos, al menos eso era lo que decían. La realidad era distinta; venían a inspeccionar el lugar, reafirmar la autoridad que ellos tenían sobre Len y, por supuesto, ver y asegurar que mi presencia no pervirtiera la de su pequeño niño.

—Lo olvidé, estoy a una hora de la casa.

— ¿Una hora? ¡Mas te vale que el motivo por el cual lo hayas olvidado valga la pena y lo que tengas planeado hacer este antes de la llegada de mis padres porqué si no, te cortó las bolas mientras duermas, querido!

—No mi amor, no te preocupes, lo solucionaré. No tienes porqué reaccionar así, bebé.

— ¡Te lo advierto, Daniel Wentz, si llegan mis padres y no tienes hecha esa jodida cena te corto las bolas y a ese pequeñín con el cual diviertes a tus señoras desesperadas!

Colgó el teléfono después de haber dicho esa frase llena de odio. En verdad estaba furioso. Jamás se me había olvidado una de las visitas de sus padres.

Lo guardé para darle la cara a Abigail, ella por su parte estaba de nuevo viendo hacia la laguna, el espectáculo del cual había sido testigo minutos antes ya se había disipado. La gente escaseaba y la obscuridad empezaba a cubrir el lugar; a pesar que eran las 6:oo p.m.

Scort © [Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora