Sven había caminado todo el trayecto hasta estar lo suficientemente cerca de Roca Gris para divisar las gigantescas murallas que conectan con cada montaña, transitable solo para los enanos, pues conocían el terreno como si fuese una casa pequeña. Cada tunel lleva a decenas de otros pasadizos más que conectan con el campamento y los pueblos circundantes, cuyo propietario es el Clan de las Murallas. La nieve y el viento amenazaba con empujarlo hacía los bordes y hacerlo retroceder hasta el principio de la aventura, violentamente golpeaba su cara y cuerpo advirtiéndole que se retire. Descalzo, agotado, sus pies le ardían como si estuviera pisando andesita y la obsidiana viva en llamas cerca de un volcán o el volcán mismo; días sin parar, sin ver nada vivo y comestible, es un desierto pálido y las dunas son gigantescas, vistiendo la falda blanca, suave y terrorífica de la muerte.
-Nieve y viento, que chiste- pensó-. Soy un Darkwolf, hijo de Leliana. No voy a ser derrotado por algo de friecito.
Bordea la montaña, una de las más altas de Argonum. Su camino lleva directamente hacia las puertas exteriores de la nación de enanos. La noche se hacía y un atardecer oscuro terminó de finalizar el día, dejando sombras en el pálido relieve montañoso, que es infinito. Sven llegó a una pendiente que se desliza a almenos stenta y cinco grados hacia abajo, vislumbró humo al otro lado de la montaña. Una cabaña... una cabaña es suficiente, no por él, por sus amigos que necesitaban ser tratados con premura. No podía deducir en que estado Liand se encontraba, que tan graves son sus heridas, ni pudo calcular cuantos días de vida le quedan a Vanessa, pero tampoco iba a detenerse a cerciorarse, porque hasta sus neuronas hibernan y evita pensar todo lo posible: concentra su energía en la caminata, para así reducir el hambre, la sed y las ganas de una cama caliente y un buen cuenco de comida. Por unos instantes comenzó a extrañar a su antigua vida en la mansión de la que tanto se quejaba. Las almibaradas sirvientas dejando platos exquisitos y calientes, aunque de calorías reducidas pues no era una costumbre comer como buey en las fiestas nobiliarias y reuniones del ducado de Viento Norte. Trataba de enfrentar la aventura con bravuconería, le hizo frente a las discusiones que ha tenido con su madre, y decisiones que ha tomado hasta ahora, pues sabía que en algún momento, y decididamente, tendría una aventura que lo llevaría a sus invisibles límites; se preparó para ello, supo todo el tiempo las consecuencias que tendría, y aún así... esto se le escapa de las manos como si las tuviera cubiertas con aceite de ballena. Entonces usó su orgullo, el cuál había enterrado bajo varios kilómetros de granito, lodo y tierra, comenzó a darle la vitalidad que Roca Gris le drena con su frío inhóspito; las montañas nevadas se convirtieron en los mástiles de un magnánimo barco y Sven debería balancearse en sus sogas; el orgullo lo salvó, esto es lo que él siempre quiso: aventuras, hacerse fuerte tanto física y mentalmente, ver el mundo desde la perspectiva de los vagabundos y conquistadores de leyendas, estar inconscientemente siempre en las puertas del infierno, rezarle y a la vez no rezarle al Dios de la Muerte, no iba a retroceder ahora por unos cuantos pesares. Observó nuevamente la pendiente; a la derecha, una vez finalizada la bajada, el camino seguía, viendo esto se lanzó al precipicio, pero despacio, por la orilla, palpando la pared rocosa, alejándose del borde todo lo posible. No era tan estrecha, había espacio para caminar, pero llevar dos personas inconscientes es una carga perniciosa en esta situación. La única alternativa que encontró fue bajar uno por uno, dejar a Vanessa y volver a ascender por Liand luego. Ejecutó su plan: con calma dejó a Vanessa en la cornisa que hacía una pica afilada y delgada.
Yendo entonces por Liand sus pies destruidos reclaman descanso y se rebelan, haciendo una huelga que causó un dolor incalculable en Sven. Sus pisadas fallaron casi llegando arriba y la inclinación de la pendiente lo forzó a resbalarse hacia abajo junto con la nieve. Si Sven seguía, si seguía descendiendo en picada y de culo al suelo como lo estaba haciendo, caería sobre Vanessa y ambos tendrían la mas rápida y violenta de las muertes: morir aplastados por la gravedad contra la tierra después de caer a al menos trescientos metros sobre el suelo. Ve como la cima se aleja, Liand era cubierto por la nieve, fría y tierna; ¡no es momento para dudar! Sven clava sus dedos en la pared de la montaña, que vestía una armadura de protuberantes rocas como colmillos, buscando aferrarse a alguna sus dedos son destruidos completamente, pero en el último momento, cuando casi solloza por el fracaso, encontrándose solo a unos pocos centímetros de caer junto con Vanessa, agarró uno de los peñascos y aguantó hasta más no poder, con sus dedos destrozados por la búsqueda de algo a lo que atarse para desviar el destino. Tembló del miedo, del frío también, pero más del pánico. Sus niveles de adrenalina lo mantuvieron activo, no se desmayó por el impacto de la acometida afortunadamente. Pero sin lamentos comenzó la odiosa caminata hacia Liand de nuevo, y descendió con él a sus espaldas, dando pisadas inquietas e inseguras.
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El Orbe Inmortal
AdventureUn mundo reinado por el azar y el desorden de guerras a lo largo de la línea recta y estrepitosamente afilada de la historia de Winmar, él enfrentará la realidad y luchará contra las criaturas del abismo, a seres del otro mundo, desafiará a los dios...