Promesa

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-¿Guerra? ¿No es ir demasiado lejos para recuperar mi prometida? - cuestionó Raiser, siguiendo a Zekram Bael a la salida del anfiteatro secreto.

-Ya no se trata sólo de mi nieta, sino de todo lo que podamos obtener de provecho en esta situación. - contestó el poderoso demonio. -Ahora hay una nueva especie de humanos con los poderes de un Youkai y nuevos territorios para ocupar con sus respectivos recursos. Esto va más allá de tu patético compromiso.

-L-lo lamento...

De vuelta a la soledad de la Plaza de Lilith, Raiser no podía creerlo... ¡Era muy bueno para ser cierto! Llevará el infierno al bastardo que lo humilló.

Realmente estaba feliz. Podría reír a carcajadas como loco ahí mismo.

En la Residencia Uzumaki.

Rias Gremory se despertaba. Se sentía tan descansada, tan renovada, como si hubiera dormido diez largos y maravillosos años. Y lo primero que hizo fue besar salvajemente a su esposo, quien aún dormía plácidamente a su lado.

-¡¿Q-q-q-qué está pasando?! - preguntó Naruto con exalto.

-Buenos días, Naru-koi~. - respondió la esposa con ternura.

-B-buenos días, Rias-chan. ¿Qué sucede? ¿Estás bien?

-¡Claro que sí! ¡Todo está maravilloso! ¿Acaso tu adorable esposa no puede despertarte con un tierno beso?

Naruto la abrazó.

-Realmente estoy feliz de que tú estés tan feliz.

La pareja salió de su habitación, escuchando la algarabía que sucedía escaleras abajo.

En la planta baja; del comedor a la sala de estar, de la sala de estar al comedor y del comedor al patio trasero, los más pequeños de la casa corrían entre gritos y risas siendo perseguidos por nadie sino... ¿su abuelo?

-¿Qué está pasando aquí? - preguntó Rias con sorpresa y confusión.

-Los niños jugaban por la casa cuando accidentalmente golpearon a tu padre y de pronto empezó a jugar con ellos. - respondió Venelana, sirviendo el desayuno a su hija que cocinó junto con Grayfia.

-Oh... Eso es... bueno... supongo...

-Iré a levantar a los demás para que nos acompañen en el desayuno. - dijo Naruto, subiendo las escaleras.

Rias apenas prestó atención al anuncio de su esposo, sólo se quedaba absorta, viendo a Zeoticus y sus hijos jugar y reír, tal como lo hacían ellos dos cuando también tenía esa edad.

Todos estaban sentados a la mesa disfrutando de su desayuno entre risas y pláticas amistosas, cuando una voz se alzó sobre todas las demás.

-Naruto. ¿Es posible que mi hijo y yo podamos tomar una copa o dos contigo en algún buen lugar de la aldea en cuando termine tu jornada laboral? - sorpresivamente fue Zeoticus quien habló. Todos quedaron en silencio, inmóviles, ciertamente no vieron venir eso. -Quisiera si bien, no empezar de nuevo, celebrar la unión de nuestras familias. Estoy seguro de no haberlo hecho en ningún momento del tiempo que he permanecido en tu mundo.

Rias volteó a ver a su hermano, pensando que seguramente era algún plan de él, pero Sirzechs se notaba tan sorprendido con todos en la habitación.

-¡Por supuesto que sí! - respondió el mencionado con una enorme sonrisa.

-Bien. Quiero suponer que mi hijo ya conoce el camino hacia tu despacho. - dijo el patriarca mirando al Maou, quien sólo asintió aún boquiabierto. -¿Dirigirnos hacia allá al atardecer te parece bien?

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