Mini heartstopper son pequeños momentos en la vida de Nick y Charlie, inspirados en los libros de Alice Oseman, de fanarts o de mi propia imaginación.
Gracias por tomar tu tiempo en leerme, me hace muy feliz!
No soy escritora , pero escribir es una...
Cuando me di cuenta que Charlie estaba luchando con demonios internos quise darle todo de mí para que se sintiera mejor. Desee cargar la mitad del peso de su dolor, ojala hubiera podido sanar todas sus heridas a base de caricias y besos. Deseaba con todas mis fuerzas que se pudiera ver a si mismo con mis ojos, que solo contemplaban absoluta belleza , que veía su cuerpo como un templo y que aquellas cicatrices que tanto le incomodaba para mi eran las marcas de guerra de un valiente que le recordarían que al final tuvo fuerzas para decidir vivir.
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Desgraciadamente como dice mi madre el amor no puede curar una enfermedad mental y que yo solo era un chico adolescente que amaba a su alma gemela con todo su ser.
Charlie nunca lo quiso llamar así, creía que su vulnerabilidad y dolor causaba rechazo en los demás , se sentía una carga para todo el mundo y se autoconvencia de que estaba victimizandose y dramatizando su situación.
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Me costó mucho convencerlo de que necesitaba ayuda, pero más me costó su ausencia. Los días sin Charlie era aburridos , monótonos carentes de importancia, dedicaba mis ratos libres a llenar mi cabeza de información sobre cómo manejar la enfermedad de Charlie, y a idear planes para el fututo. Quería que Charlie viera lo bonito que es el mundo cuando está él, planifique viajes, días de playa, picnics y veladas románticas en mi habitación nuestro refugio.
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Si no fuera por mis amigos juraría que yo también hubiera tenido que ir a terapia. Pasé mucho tiempo con los chicos y hasta retome una relación de cordialidad con Harry, que se disculpo y rogó una segunda oportunidad conmigo y con Charlie. Se sentía miserable y vacío , supongo que por fin había madurado y si hay algo que Charlie me ha enseñado es que la gente merece el beneficio de la duda y una segunda oportunidad.
Esperaba con impaciencia los días de visita, cuando por fin podía verlo de nuevo, donde experimentaba de nuevo esas mariposas que revoloteaban traviesas en mi estómago como cuando lo vi por primera vez. Donde podía enredar mis dedos en su pelo, y admirar sus dulces hoyuelos que se formaban en sus mejillas como doradas dunas en el desierto. Cuando por fin podía llenarlo de besos y perderme en lo azul de su mirada sabiendo que después de todo esto ya solo vendrían días mejores.
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