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Jeon se encontraba cansado, había tenido un día agotador en la universidad y no esperaba la hora en ir a casa de Jimin para verlo y estar unas horas junto a él.

Terminó su última clase y fue rumbo a su casa. Al llegar, lo primero que hizo fue darse un baño, cosa que lo relajó bastante. Tomó unas pastillas para el dolor de cabeza.

Se puso un abrigo de cuello de tortuga de color negro y unos jeans del mismo color, junto a unas botas estilo militar, y peinó sus cabellos un poco.

Se miró al espejo y sonrió satisfecho por su imagen.

Salió de su habitación con un a abrigo y mochila donde llevaba las cosas necesarias para la tutoría, junto su celular, llaves de la casa y billetera.

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Jeon había llegado a la casa del precioso rubiecito, tocó la puerta unas cuantas veces y dejó de hacerlo al oír “ya voy” por parte del amor de su vida… Digo del rubio, aunque él estaba seguro de que Park Jimin era el amor de su vida.

No pasó ni tres minutos cuando la puerta fue abierta por un hermoso Jimin, quien vestía un abrigo, unas tallas más grande que la suya, el cual le llegaba por los muslos y tenía puesta unas medias cortas color azul, del mismo color del abrigo.

Jeon tragó con pesadez al ver aquella imagen frente a él. Jimin se veía tan sexy… Pero tan adorable a la vez que tuvo que contener todos sus deseos de ir hacia él, besarlo y abrazarlo.

Porque, por supuesto, si hacía eso era la peor locura que alguna vez llegaría a hacer en su vida.

— Buenas tardes, profesor Jeon — lo miró con una tierna sonrisa en su rostro.

El profesor al ver aquella sonrisa tan bonita en su rostro. Por segunda vez en menos de 5 minutos, estaba teniendo unas fuertes ganas de besar aquellos carnosos labios.

Ese chico algún día lo iba a matar ¿Cómo podía ser tan lindo y brillante?.

— Buenas tardes — le sonrió.

— Por favor… Pase, no se quede allí parado.

Dijo para hacerse a un lado, dejando pasar a Jeon, luego de murmurar un “muchas gracias, Park”.

— Venga… Vamos a mi habitación — cerró la puerta y lo miró algo nervioso.

Aún no podía acostumbrarse a tener a Jeon en su casa, habían pasado dos semanas desde que habían empezado las tutorías. Se la pasaba muy bien con su profesor, sin duda alguna era muy divertido y lo trababa de una forma tan especial, que Dios lo hacía sentir en las nubes.

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Ahora los dedos se encuentran en la habitación, se habían acomodado y estaban por empezar la tutoría. El lindo rubio recordó que no le había brindado nada a su mayor.

«Qué mal educado soy, ¡Dios mío!»
Pensó Jimin.

— Lo siento mucho, mucho — dijo avergonzado, confundiendo a Jeon —. Soy un maleducado. ¿Deseas algo de tomar? O ¿De comer?

— No, muchas gracias… No deseo nada, al menos no por ahora.

— No tienes nada que agradecer y recuerda decirme si quieres algo luego, ¿Sí?

— Sí, lo haré, no te preocupes.

Ambos se sonrieron y dieron comienzo a la tutoría.

>>>

Habían pasado dos horas desde que la tutoría había comenzado, todo estaba yendo genial, Jeon le había explicado y ayudado en cualquier mínima duda que había tenido el rubio. También hablaron un poco y rieron de algunas tonterías que decían; gracias a ese tipo de cosas se habían conocido un poco más, en cada tutoría.

TEACHER い KOOKMINDonde viven las historias. Descúbrelo ahora