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Hola! Hola!

Aquí con un nuevo capítulo de esta historia que NO he olvidad0 XD es poco pero es trabajo honrado ;w;

...

Chuuya abrió los ojos con el dolor de quien siente que un pesado objeto le ha caído sobre la cabeza. Todo le daba vueltas y sus sentidos estaban adormecidos, tenía un mal sabor en la boca y parecía más irritable de lo normal. Observó con ojos críticos su habitación, tratando de encontrar al idiota Alfa castaño con la esperanza de desahogar un poco la frustración que estaba sintiendo en esos momentos; se sentó en el colchón y para su sorpresa descubrió que Dazai, a diferencia de lo que parecía, no era un maldito bastardo aprovechado pues todavia conservaba intacta la ropa que usó ayer.

Tampoco es que hubiera estado tan borracho como para no poder detener al castaño...

—Mierda, mierda... —Sí, sí había tomado de más y el punzante dolor de su cráneo se lo recordó insistentemente. —Maldito dolor de cabeza, maldita cruda, malditos todos y sobre todo maldito Dazai...

En el fondo, muy en el fondo, agradecía que Dazai hubiese mostrado al menos un poquito de humanidad y sentido de la decencia, de ser otro el caso Chuuya podía estar seguro que ya estaría armando un escándalo de todo esto, probablemente terminaría demandando al idiota. Tenía vagos recuerdos de lo que había hecho anoche, memorias que parecían flashes de luz detrás de sus ojos que no lograba conectar.

Recuerda haber llorado, o al menos así lo sentía por lo pegajoso que se encontraba su rostro y lo mucho que le ardían los ojos; el asquerosamente atractivo rostro de Dazai le vino a la mente, con esos profundos ojos chocolate que lo miraban con cariño mientras él lloraba como un bebé recién nacido en su regazo.

—¡MALDICIÓN! ¡¿Por qué siempre me tiene que pasar este tipo de cosas vergonzosas a mi?! ¡¿Dios que te he hecho para que me odies tanto?! —Se lamentaba el Omega con dramatismo, sujetándose los cabellos en un intento de menguar un poco el latente dolor de cabeza o en su defecto olvidar la hermosa sonrisa conciliadora del castaño y sus ojos llenos de una inusual ternura.

¿Cómo se suponía que volvería a ver al bastardo a la cara después de aquello? ¿Cómo podría seguir con su desprecio hacia aquel Alfa cuando lo cierto era que ya ni siquiera lo odiaba tanto? Chuuya sintió un golpe en su pecho y su corazón palpitó repentinamente al recordar la calidez de los brazos de Dazai alrededor de su cuerpo acunándolo con ternura, como si fuese una figurilla de fino cristal, invaluable y única, mientras se dejaba envolver, seducir, por el masculino aroma del Alfa.

"¡NO, NO, NO, NO, NI EN UN MILLÓN DE AÑOS!" Sacudió su cabeza, levantándose de la cama de un salto y más que dispuesto a lanzar todos esos pensamientos y todos esos sentimientos por la borda para que se ahogasen en el océano del olvido.

No iba a dejar que su corazón volviese a tomar las riendas de su vida ¡Jamás! No iba a permitirlo de nuevo, ese error no se cometía dos veces. Y mientras el pelirrojo trataba de centrarse nuevamente y no dejar que la vergüenza lo dominara para poder volver a ver al Alfa a la cara, lejos de las habitaciones principales y curiosamente en una de las suites más grandes de todo el resort, el joven Alfa de cabellos castaños hundía su rostro patéticamente en su almohada con la esperanza de ahogarse con ella.

Dentro de su mente, su necesitado Alfa interior le recriminaba con crueldad haber desperdiciado esa oportunidad única en un millón de reclamar al hermoso Omega pelirrojo como suyo, de tomar lo que sentía que por derecho ya le pertenecía.

Después de todo, las reglas biológicas dictaban que una vez realizado el lazo, no había forma de separarse a menos que uno de los dos muriera y mucho menos cabía la posibilidad de que el Omega en cuestión pudiera quejarse o negarse, básicamente era algo impositivo. Pero, para su suerte, su cerebro todavía podía conectar más de dos ideas consecutivas y le salvó de cometer una estupidez de la que seguramente se arrepentiría toda su vida.

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