2

575 59 86
                                    

—0—

—ChuuChuu, Chuuya, Chibi, mi amor, mi vida, mi tesoro, enano de mi alma y dueño de mi corazón... —A cada palabra dicha por el Alfa, el pelirrojo podía jurar que la arruga en su entrecejo se volvía más profunda y sus puños ya le dolían de tanto apretarlos, aceleró su andar con la esperanza de perder a aquel insufrible hombre en el camino y con un poco de suerte no tener que volver a verlo hasta mañana. —Cariño, dulce de leche, princesa hermosa...

—¡¿Podrías callarte por una puta vez en tu maldita vida?! —Harto ya de los estúpidos apodos, se volteó a encarar al Alfa, sacando el pecho y poniéndose de puntitas para tratar de verse más intimidante, cosa que no funcionó al parecer pues Dazai seguía mirándolo como si fuera la cosa más adorable y tonta en todo el planeta tierra. —No quiero que me acompañes a ningún lado y tampoco quiero que me vean contigo y se hagan una idea equivocada, déjame en paz y aléjate lo más humanamente posible de mi ¿Te ha quedado claro horrible esperpento del infierno?

—Me ha quedado más que claro ChuuChuu, pero no pienso obedecerte por ningún motivo porque no quiero y no se me da la gana, después de todo ¿Desde cuándo un Alfa obedece lo que un Omega dice? Las reglas sociales no están ahí de puro adorno cariño mío y tú deberías saberlo con toda la culta educación que te han inculcado. —Canturreó de forma infantil con el único propósito de hacer enojar al Omega con esa actitud tan molesta, echándole en cara la inferioridad de su casta. —Pero ya que estas tan convencido de que mi maravillosa presciencia te parece un estorbo y que mis intentos de genuino interés amoroso son una porquería para tu buen gusto ¿Qué te parece si hacemos las cosas más interesantes y apostamos algo? Será rápido y te aseguro que ambos nos divertiremos bastante al menos por un rato.

—¿Y porqué razón querría yo hacer una apuesta contigo, maldito desperdicio humano? —Chuuya lo miró con desconfianza, tratando de leer entre líneas las verdaderas intenciones del castaño. No quería que le viera la cara de idiota y mucho menos tener que deberle algo, a leguas se veía que Dazai no era confiable del todo y cobraba con muy altos intereses en todos los aspectos. —No tengo nada que ganar de esto y si solo estas tratando de tomarme el pelo te juro que-...

—Si tu ganas, —Lo interrumpió, tomándolo del antebrazo con delicadeza pero firme, caminando hacia los jardines con un molesto pelirrojo a su lado pero que de cierta morbosa manera seguía escuchando lo que el castaño proponía. Cuando Dazai estuvo seguro de tener la privacidad deseada, soltó al Omega, sabiendo que éste no se iría ahora que tenía su atención. —me iré del resort mañana a primera hora, no volverás a saber nada de mi y te prometo que jamás volveré a molestarte con mis intentos de cortejo, ni siquiera en nuestras futuras reuniones familiares, ambos seremos los extraños más cordiales que alguna vez pudieron coexistir en un mismo espacio.

—¿Y si tú ganas? —Algo no le estaba cuadrando del todo, pero debía de admitir que la idea de deshacerse de ese estorbo era demasiado tentadora como para dejarla pasar y ya pensándolo mejor ¿Qué tan difícil podría ser ganarle en algo a ese tonto Alfa? Podía superarlo en condición física y Chuuya sabía que tenía las capacidades para ganar en cualquier competencia, incluso en las que presentaran algún acertijo mental.

—Si yo gano, —Dazai hizo una pausa dramática, como si estuviera midiendo en su mente la magnitud de las palabras que diría a continuación, saboteándolas como quien sabe que tiene todo perfectamente calculado y con la victoria asegurada. —si yo gano vas a tener una cita conmigo todos los días de lo que dure esta semana que yo este aquí de vacaciones, empezando hoy mismo. Sin quejas ni reclamos de ningún tipo, solos tu y yo. 

—¡Tienes que estar jodiendo! —Se alejó varios pasos del Alfa, cruzándose de brazos y con evidente desagrado ante la idea de tener que pasar toda una semana completa al lado de Dazai, peor aún tener que hacerlo de forma romántica. —¡¿Me crees tan imbécil acaso como para aceptar siquiera-...?!

¡Oh no! Donde viven las historias. Descúbrelo ahora