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Unas horas antes de que Dazai fuera ingresado en el hospital.

—¡No, no, no, nononononononononononono! —Gritaba el castaño mientras huía lo mejor que podía de su amigo rubio en el reducido espacio de su modesta oficina. —¡Aléjate de mi psicópata! ¡Llamaré a la policía de ser necesario! ¡¿Me oyes?! ¡Tendrás una mancha permanente en tu perfecto historial!

—¡Cállate, cállate de una vez! ¡Quédate quieto maldito desperdicio de ser humano! —Kunikida levantó con más ganas el pesado objeto que tenía en la mano dispuesto a arrojárselo directamente en la cabeza a Dazai con la esperanza de que se le abriera o en su defecto que le acomodara las neuronas de tal forma que dejara de ser un imbécil. —¡¿Quieres que te den ese justificante medico o no?! ¡Todavía que te estoy ayudando en esta tontería! ¡¿Y así me lo agradeces?! ¡Debería simplemente empujarte por las escaleras o tirarte por la ventana a ver si sobrevives!

—¡Quiero el justificante médico, no dejar a mi precioso Chuuya viudo sin habernos casado siquiera! ¡Quiero ver crecer a mis futuros hijos pelirrojos o castaños de ojos azules! ¡Además si me voy a morir tendrá que ser en un suicido al lado de mi ChuuChuu de la forma más romántica y trágica posible! —Esquivó de nuevo un golpe, escudándose detrás de su escritorio. —¡¿No había otra forma menos violenta para conseguir ese justificante?!

—¡El fin justifica los medios! ¿No es lo que siempre dices bastardo? —Kunikida intentó asestarle otro golpe, ahora sí pensando seriamente en arrojarle el objeto directamente y que le diera en la cabeza para acabar con toda esa tontería, a final de cuentas por algo tenía una buena puntería. —¡Quédate quieto maldita sea!

—¡Solo lo justifica cuando alguien más sale herido, no yo! —Admitió, todavía escondido detrás de su escritorio. —De acuerdo, de acuerdo, baja esa cosa y pensemos en una mejor solución a este problema, debe de haber otras formas para que yo salga herido sin rozar la muerte o la inconsciencia.

—Bien, de todas formas ya me estaba cansando de andarte correteando por toda la oficina, rata escurridiza. —Kunikida dejó el adorno en el escritorio nuevamente, pero todavía sosteniéndolo con buen agarre.

Dazai pareció no notarlo o tal vez dentro de su mente ya se había resignado a terminar lastimado de gravedad, cualquiera que fuera la respuesta lo cierto era que lo último que sus ojos vieron antes de caer en la inconsciencia fue el pesado objeto que el rubio le lanzó con una puntería increíble hacia la cabeza, noqueándolo al instante.

Cuando por fin pudo volver al mundo de los vivos, se dio cuenta que estaba en el hospital; al parecer Kunikida había sido tan amable de llamar a la ambulancia para que lo asistieran al instante, no sin antes tumbar estratégicamente uno de los enormes anaqueles de la pared, adjudicándole a la mala inmobiliaria del lugar la culpa total del "accidente".

—Y en resumen eso fue lo que ocurrió. —Narró el castaño de lo más normal mientras degustaba con ganas el postre que una de las enfermeras le había traído a modo de coqueteo a pesar de que terminó siendo ignorada cruelmente.

—Vaya forma de conseguir lo que deseas... —Mori lo escuchaba atentamente, sonriendo casi de forma forzada ante los medios utilizados por su... ¿Hijo? ¿Yerno? Bueno, por su familiar; honestamente al Beta le parecía que al castaño iba a importarle un pepino que su padre y él estuvieran saliendo de nuevo, de igual forma iba a hacer a Chuuya su pareja. —De cualquier modo solo te van a indemnizar por una semana, más la semana que se supone que tu amigo va a cubrirte, entonces tenemos dos semanas para que puedas cortejar a Chuuya ¿No te parece que es poco tiempo? Tú mejor que nadie conoce cómo es el carácter de mi niño cuando se trata del amor.

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⏰ Última actualización: Jul 19, 2022 ⏰

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