44: "Brujería".

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Escuchen multimedia cuántas veces sea necesaria a lo largo del capítulo.





- ¡No me jodas! - grité enojada y di un pisotón en las cerámicas fuertes - ¿Como ha sido posible?

Los miro a cada uno rápidamente y me sostengo la frente.

Un lado de mi cuerpo se sentía enojado y el otro... terriblemente asustado.

Esa sensación de intranquilidad me sometía, me dejaba indefensa y eso lo notaban la familia que tenía a mi lado. Estaba tan nerviosa que mi madre se acercó a mí de manera casi imperceptible, su cara denotaba lo preocupada que estaba por todo, pero más por el ataque de ansiedad que estaba teniendo.

Y es que no estaba acostumbrada a mostrarme de esa manera pero desde que las cosas pasaron, sentí que poco a poco los rasgos que tenía, como mi confianza, se desvanecían cada poco tiempo. Sabía que en un tiempo anterior, hubiera necesitado un psicólogo, pero ahora no sé si hay personas que se ocupen mentalmente de los vampiros... tendría que averiguar.

Mis manos temblaban y mi corazón se sentía tan pesado contra mi pecho, estaba hecha un manojo de nervios porque empezaba a sentirme desprotegida. Me sentía mal conmigo misma, mi mente no dejaba de reproducir aquellas imágenes y de hacerme sentir esas mismas sensaciones que sentí aquel día tan fatídico.

El día que cumplí mis 18 años.

No me había preocupado por él porque no tenía ganas de siquiera mirarlo, estoy aprendiendo la lidiar con la ausencia de Erick y es algo que para mi, en mi mente, no necesitaba de un ajuste de cuentas urgente. Lo que más quería era que sufriera, pero sé que lo haría cuando mi mente estuviera lista.

Empecé a pensar un millón de cosas sobre lo que podría pasar... ¿y ahora qué? Me preguntaba que de qué era capaz de hacer ese imbecil libre, si trataría de hacer cualquier cosa en contra de nosotros. Yo no lo dudaba.

Suspiré.

Sabía que Leonel era una escoria y qué tal vez con mis nuevas habilidades podría enfrentarme a él, pero todo lo que me hizo me llevaba a tenerle un temor/odio irracional.

Como me lamía las orejas mientras suspiraba en mi cuello y sentía sus estocadas secas dentro de mis entrañas, eran recuerdos que no podía borrar aunque quisiera. Se habían clavado con un martillo y clavo en mi cerebro como temor #1. Nunca antes me había sentido tan indefensa, tan débil, tan insignificante.

Sabía que mi cara era un maldito poema en estos momentos, pero no lo podía evitar.

- ¿Cómo pasó?

- Determiné que Aysel lo hizo antes de irse. Le dio de su sangre a sabiendas de quién era y del daño que le causó a Cher, y se fue luego de esto.

Abrí los ojos y miré hacia un lado al sentir un gruñido de Zev, quién no dudó en darse la vuelta y comenzar a caminar hasta la puerta con paso decidido.

- lo voy a asesinar.

- Zev, quiero ir contigo.

Lo sigo y este se detiene para mirarme, haciendo que copie su acción. Lo observo mientras este tiene su rostro duro como una roca, como si se estuviera aguantando de no explotar de rabia en ese momento.

Sus ojos marrones me miran con un sentimiento que no pude describir.

- ¿Cómo se atrevió a hacerte esto?

Se acerca más a mi, casi rozándonos. Sus ojos nuevamente se encuentran con los míos y siento un remolino de sentimientos dentro mío, como si pudiera sentir lo que él sentía en ese momento. Me sorprendí ante el acto y palpé nuestra conexión más fuerte que nunca.

Donante Personal (CONTINUACIÓN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora