13 | No necesito decírtelo dos veces

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Mikey fue a la casa de Jiel después de su pelea con Izana en el coctel con un solo propósito, uno que llevaba grabado en la cabeza desde hace mucho tiempo: poner un fin a su desastre. Sus sentimientos por Takemichi ahora están en un punto en el que no pueden esconderse más, y es por eso que luego de varias de sus peleas regulares junto a Izana, ha decidido que no puede dejarlo hacer cualquier tipo de movimiento sin antes asegurar a Takemichi junto a él.

Mikey siempre ha sido bueno con las despedidas. Siempre se había considerado bueno con las palabras, un hablador innato. Pero ahora toda esa facilidad, ese talento, se fue por la ventana. Los nervios podrían malinterpretarse en él, pero la verdad es que no hay un gramo de duda en lo que hará. Mikey está seguro de que no quiere compartir más su vida junto a Jiel, junto a sus repentinos cambios de humor y falta de interés. Juntos no funcionan, y es una lástima que le haya costado tanto darse cuenta. Mikey no quiere sufir, quiere ser feliz, desea vivir una vida emocionantemente regular y cómoda, y Takemichi aparece en cada una de esas fantasías familiares y románticas.

El amor de Takemichi no es venenoso, es más purificador.

— Ah... Ya quiero verlo.

Está de mal humor, y tal vez no fue la mejor idea esperar tanto para decirle a Takemichi todo lo que siente, pero si queda un poco de tiempo, y a pesar de que es egoísta pensar en eso considerando que está apunto de terminar su relación, le gustaría invitar a cenar a Takemichi y finalmente expresar todo lo que no pudo después del parque de diversiones. Eso último le provoca una sonrisa, una mueca inconsciente antes de tocar la puerta frente a él; pero se detiene, suelta el aire en su pecho cuando el rostro asustado de Takemichi sale hasta detenerse frente a él, asombrado.

Justo la persona que quería ver, pero no en esta situación.

Lo vió acelerado por un segundo, para que al siguiente su rostro se volviera una mezcla de sentimientos encontrados. Mikey estaba confundido. Su nombre fue todo lo que soltó. ¿Qué hacia Takemichi aquí? Un par de palabras intercambiadas bajo un ambiente tenso fue todo lo que pudo lograr, cuando Takemichi salió disparado hacia la salida del patio, corría de forma tan apresurada que Mikey pudo entender de inmediato que le había hecho daño verlo aquí.

— ¡Take-

Mikey no puede terminar de llamar a Takemichi, porque una presión tenaz sobre su brazo se lo impide. Le impide correr detrás de Takemichi y explicárselo. Y no es otro que Jiel quien sostiene su extremidad y se aferra con tal fuerza que no lo deja moverse más de un centímetro.

— Suéltame. — Dice rápidamente Mikey, señalando las manos de Jiel con irritación. Perdió de vista a Takemichi hace nada y ya se encuentra nervioso.

— ¿No vas a entrar?

Mikey mira a los ojos a Jiel, hay tristeza en aquellos. Sus ojos se cristalizan de inmediato y el agarre que mantiene comienza a temblar.

— Sabes por qué estoy aquí.

Jiel hunde su rostro en el pecho de Mikey, se estremece debajo del rubio y comienza a empapar su chaqueta. Las cosas eventualmente terminarían de esta forma, solo no esperaba que tan rápido.

— Hace un par de semanas me di cuenta de que tenía un sentimiento extraño. — Mikey, a pesar de los nervios que arañan sus entrañas, se muestra compasivo al darle una explicación a Jiel.

Jiel no quiere escuchar, no quiere alzar la cabeza y se escuda de Mikey entre sus brazos. Busca protección entre los brazos que le van a soltar en algún momento. Incluso si tomarlo con tanto esmero lo hace más doloroso, no importa del todo.

— Sentí que la relación que compartimos fue forzada. Como si nos mantuviéramos unidos porque negábamos la pérdida de sentimientos que teníamos el uno por el otro, como si no quisiéramos que esto terminara de la forma en que iba a terminar. Fue difícil al principio cuando llegué a esta conclusión, que estábamos manteniendo juntos una relación moribunda, porque yo no podía aceptar el hecho de que abrí mi corazón a otra persona. Pero a medida que pasaba el tiempo, y mientras pensaba más en ello, las señales estaban allí, muy claras. — Mikey fuerza un poco a Jiel, lo hace retroceder en su abrazo para verlo directamente a los ojos. — Yo no te amo.

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