04 | No debería tomarte de las muñecas

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Mierda. Hina tenía razón. Google tenía razón arrojándole el "restaurante favorito de Manjiro Sano". Ahora debía ser un hombre y responder al saludo amable del rubio. ¿Pero cómo? Parecía que de sus pies habían salido raíces que le impedían acercarse. Al igual que sus labios temblaron un poco al verlo frente él, tan fresco y despreocupado como la primera vez que lo vió. Su amabilidad nunca terminaría de sorprenderlo.

En el momento en el que la cabeza de Takemichi comenzó a funcionar de nuevo y procesó que el plan de Hina había funcionado, y que también, ahora todo dependía de él, se llenó de nervios y vergüenza repentina.

Fue entonces que Takemichi se dió cuenta. Además de su cabello dorado y sus ojos brillantes tan oscuros que podría ahogarse en ellos, Manjiro tenía plasmada una sonrisa irresistiblemente traviesa.  

Takemichi no estaba seguro de si eran los tragos que bebió antes para tomar valor y salir, o el encanto misterioso que tenía Manjiro, pero de alguna manera terminó conversando amenamente por varios minutos sin interrupción. Intercambiando sonrisas y miradas que luchaba por esconder, no estaba seguro si tenía éxito en aquello, pero valía la pena creer que si.

Hasta que la lluvia los terminó tomando por sorpresa. Terminaron empapados en minutos, sin embargo, ninguno se movió. Como si no les interesara pescar un resfriado no abandonaron sus posiciones frente al otro. Maravillados con cada facción en sus rostros. Mikey creyó que Takemichi era un lienzo que tenía plasmado un precioso paisaje. Acompañado del sonido de la lluvia y la ropa mojada, se sintió ensimismado de repente.

—Emma dijo que tu nombre es 'Takemitchy'— dice finalmente rompiendo el silencio con pesar.

Takemichi se detiene en seco. Quiere reprochar, pero no lo hace.

—Si así quieres llamarme— se ríe, suena como una despedida al sentir que su conversación se acaba.

La lluvia no se detiene. Parece no querer hacerlo y sólo cuando unos pasos charpean en su dirección Mikey parpadea y se da cuenta de que no estaba solo con Takemichi –como quisiera– sino que al otro lado de la calle lo esperaba Jiel. Se giró sorprendido, viéndolo tomar una posición muy graciosa. Ya lo conoce muy bien.

Takemichi ahora tiene los ojos abiertos. Parece que Jiel quiere cometer asesinato.

Curiosamente, no parece muy interesado en Takemichi como la otra noche. Más bien, le da un poco igual luego de recorrerlo con la mirada. Takemichi sabe que no lo catalogó como una amenaza, y no sabe si sentirse ofendido o agradecido. Opta por la segunda, era preferible no llamar la atención de ese pelinegro.

—Mañana— interrumpe Mikey, colocándose frente a Jiel y olvidándolo una vez más. — Habrá una obra de teatro. "Hamlet" ¿Te gustaría ir?— pregunta inocente, y parece conocer la respuesta una vez que Takemichi lo mira con ojos brillantes.

Jiel no dice nada. ¿Cómo podría interrumpir si fue el quien rechazó la invitación de Mikey hace unos días? Se vería muy obvio. Incluso dijo que era aburrido y no valía la pena. Su rostro se arruga de impotencia, y comienza a golpear el suelo con su zapato de forma insistente.

— ¡Seguro! — dice alegre. La boca de Mikey se vuelve una sonrisa inconsciente.

...

— ¡Eres un maldito profesional!— Emma lo toma por los hombros con euforia, demaciado emocionada de que su hermano salga con alguien que no es Jiel, al parecer.

— Pero no lo digas así, suena sucio— se queja, sintiéndose como un prostituto de alguna forma.

—¿Por qué?

—Ya sabes, recibiré dinero por algo así. A pesar de que no lo quiero, no me dejarás prescindir ¿O no?

Emma asiente como si fuera algo obvio y trivial. En respuesta, Takemichi suspira mientras se tira en la cama de la chica exhausto. Tenía aproximadamente una semana reuniéndose con Emma. Su casa era una maldita mansión, se perdió incluso más veces en ella que cuando visitó un museo. Definitivamente los ricos no tenían suficiente nunca.

—Takemichi ¿Puedo preguntarte algo?

El ambiente de pronto se volvió intenso, Takemichi se sentó en el colchón y miró a Emma por varios segundos hasta que decidió preguntar.

—No te gusta Mikey ¿O si?

...

Takemichi no habla.

...

Emma no habla.

De pronto la rubia abre los ojos y agranda sus labios en una expresión de asombro y pánico. De su boca sólo sale un sonido de sorpresa que calla de inmediato para sacudir al castaño energéticamente.

—¡Hanagaki Takemichi!— le grita con falsa molestia, a pesar de que es muy obvio que se está riendo y no hay una mueca en su rostro, sino una sonrisa. Emma es la menos indicada para siquiera molestarse por los sentimientos de Takemichi. Él lo sabe.

Takemichi cubre su rostro con un cojín. Está cubierto por un color rojo muy notorio, incluso su cuello y orejas están afectados. Lo que lo hace aún peor.

—¡Lo lamento tanto!— se disculpa, no sabe por qué.

—¿De qué hablas? ¿Por qué te estás disculpando?— Emma ríe una vez más antes de que la puerta de su habitación sea abierta abruptamente. Su sonrisa desaparece.

Izana estaba fuera de la habitación. Al entrar se detuvo cuando vió a Takemichi, rojo como una manzana. Como si no fuera ya suficientemente lindo.

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BB: me ayudaría mucho si tienen alguna crítica constructiva para el fic, son las que más valoro.

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