1. "Sentimiento de llorar"

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Harry volvió a correr, buscando su aula de su clase correspondiente. Tomó un respiro antes de entrar y mirar a sus compañeros y maestra,
se disculpó tímidamente por la tardanza y entro cuando la maestra le pidió que lo hiciera con una advertencia de que no volviera a ocurrir.

Harry dejó su mochila a su lado, sacando su libro y libreta, miro por encima de su hombro a uno de sus compañeros para ver en qué página iban y prosiguió con la clase.

"¿Vendrás conmigo a la fiesta de inauguración?"

Después de tomar sus siguientes cinco clases, la hora de receso comenzó. Su mejor amigo Niall se acercó a él, alborotando sus rizos como saludo habitual.

"No lo creo, sabes que no me gusta salir, Niall."

"¡Pero es la fiesta de inauguración, Harry! No puedes decir que no a eso." Contesto con indignación.

"Bueno, lo estoy haciendo ahora, así que mi respuesta sigue siendo no." Niall frunció el ceño.

"¿Es por tu padre otra vez, o tú madre? ¿Qué hicieron ahora?"

"Jugo de nuevo, debe más de mil libras y no sabe de donde conseguir... y mamá recayó."

Su padre, Desmond, era un jugador que despilfarraba su dinero, sumando su alcholismo desenfrenado y su mala reputación. Anne tampoco se salvaba, sus adicciones a ciertas sustancias ilícitas provocaban deudas y amenazas por no pagarlas a tiempo. Cuando todo comenzó solo tenía catorce años.

Harry no estaba feliz con su vida.

"Está bien, tendré que invitar a Liam en su lugar." Suspiró.

"Lo siento, Niall."

"Nah, está bien, me divertiré con Liam."
Sonrió, acariciando el hombro de Harry antes de ir a una mesa desocupada.

Harry suspiro mirando como la bola de amigos de Niall se reunía con el. Sabía que su "amigo" rubio solo estaba con el por las tareas que hacía por el, ya que el rubio no tenía tiempo de hacerlas por estar ocupado besando a su novia o por entrenar para el equipo de la escuela.

Miro fijamente unos segundos más antes de darse la vuelta y perderse por los pasillos de la institución, era una pérdida de tiempo seguir mirando algo que anhelaba pero que nunca podría conseguir. Miro el reloj que colgaba en una pared dando las doce de la tarde, sus manos apretaron su teléfono y bajo la vista hacia su casillero; sucio, manchado de pintura y con garabateos obscenos de parte de sus compañeros.

Aguanto la respiración y abrió su casillero con facilidad al ver cómo habían roto el pequeño candado que lo protegía.

Sus ojos comenzaron a llenarse de lágrimas cuando vio sus libros y cuadernos desechos.

Los habían hecho otra vez.

Gruñó en voz baja, tomando todo lo que sus manos pudieron alcanzar para meterlos en su mochila, dando como finalizado ese día al ver cómo habían roto su cuaderno de literatura.

Camino hacia la salida, chocando con un par de hombros antes de correr y perderse por las calles. Un par de lágrimas manchando sus mejillas rojizas, dejando que un primer sollozo saliera de sus labios.

— 👽 —

"¿Puedes tocarme?"

"Tócame."

"¡Tócame ahora!"

Su respiración acelerada y el sudor picando su piel lo hizo levantarse.

Y el sueño aterrador que tuvo lo hizo asustarse.

Miro a su alrededor con miedo, quitando el sudor de su cuello con sus manos húmedas, la cama sintiéndose mojada cuando intento levantarse. El rizado salió de su habitación para ir al baño, ignorando a su madre que lo había visto salir.

Tomó un respiro antes de meterse a la regadera, el agua fría calmando su cuerpo caliente y sudoroso.

Mientras el jabón entraba a su cuero cabelludo se puso a pensar en el sueño raro que tuvo.

Era el en una especie de ciudad abandonada, los faroles de luz se filtraban en las ventanas de lo que suponía era una casa. Habían muchas cosas a su alrededor que no alcanzó a ver, pero en frente de él había un espejo colgado, se acercó por curiosidad, solo para ver su reflejo en el. Sin embargo; la curiosidad era más fuerte que su miedo, tocó su reflejo con la punta de sus dedos, teniendo la confianza de poner su palma completa, por otro lado, cuando sintió el cambio de material fue muy tarde, pues sentía que su propia mano en el reflejo entrelazaba con su mano, pero cuando levantó la vista no era el, era otra persona.

No pudo evitar gritar, pero pudo escuchar las palabras de aquel hombre claramente que le daba escalofríos.

"¿Puedes tocarme, Harry?"

Tenía muchas preguntas, entre ellas ¿cómo sabía su nombre? ¿Qué quería de el? ¿Lo conoce?

Y su pregunta final era ¿quien demonios era ese hombre con barba?

𝐊𝐞𝐞𝐩 𝐦𝐞 𝐜𝐥𝐨𝐬𝐞 [✔︎]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora