C.8. PESADILLA

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A partir de ahora esta historia empieza a tener temas más fuertes y delicados.

Carolina.

Estoy en el sótano del laguna negra. Me separaron de Sophia, ambas estamos aisladas.

Es un lugar tan frío como un refrigerador y de metáfora no tiene mucho, en realidad es un refrigerador, hay muestras de sangre a los alrededores, el lugar apesta y yo estoy atada de pies y manos así como vendada de ojos y boca. Hace lo que imagino unas horas solo me tenían encerrada pero después de lo que escuché y lo que hice decidieron privarme incluso de mis oídos. Me los taparon.

Escuché como hacían un plan de clonación conmigo y mandarían a este clon a casa de mis padres, yo envié una carta advirtiéndolos pero al parecer la persona de mi "confianza" nunca lo fue porque horas después llegó un hombre fornido a atarme, taparme ojos, boca y oídos.

Vivo en una pesadilla.

Percibo a alguien tocar un lado de mi rostro, después de acariciarlo baja la venda de la boca y me da lo que puedo percibir como frijol frito añejo, tomó varios bocados y vuelve a tapar mi boca, acto seguido siento como me olfatea el cuello, después siento su nariz pasar por el pecho,  por el estomago hasta llegar a mi parte intima, en ese momento para de olfatear, pensé que era el fin sintiendo un alivio pero no lo era.

Sentí como una navaja rompía mi blusa del uniforme en trozos y como olfateaba mi torso semidesnudo.
Y fue ahí cuando paró, dejándome casi desnuda de la cintura para arriba en el lugar más frío que podría existir.
Moría de frío.
Poco después sentí como me desataban poco a poco, la esperanza vino a mi pero tan rápido como vino se fue.

Me quitaron todo lo puesto a excepción de los tapones de oídos, lo que estaba frente a mis ojos me desilusiono mucho.

Era un hombre de 40 aproximadamente robusto, barbudo, Moreno y vestido con un traje de laboratorista, empezó a colocarme una bata médica, hice resistencia y corrí.

Estaba en la puerta de la habitación cuando empezó a sonar una alarma. Todo el pasillo se llenó de hombres vestidos igual, él salió con calma y me jaló de vuelta a la habitación.

Me colocó la bata, está vez no hice resistencia. Me sentó y volvió a atarme de pies y manos así como taparme mis ojos y boca.
Es ahí cuando empieza a tocar mi chamorro poco a poco delicadamente hasta llegar a la punta de mi calceta y la baja, hace lo mismo con la otra quitándome ambas, después su asquerosa mano sube hasta mi muslo, el lo acaricia.
Comienza a bajar mi falda hasta que dejó de saber de ella y es cuando viene lo peor, saca mi ropa interior poco a poco dejándome totalmente desnuda de bajo, no como arriba que aunque sea dejo el corpiño. Me da un beso en el muslo, es asqueroso, quiero lavarme la pierna enseguida.
Siento el frío asiento de la silla, así como el frío del lugar.
Pasa el tiempo y yo sigo ahí cuando otra vez siento su mano tocarme, esta vez tengo miedo.
Me desata pero solo eso, siento como me carga tocando mi parte baja acto seguido siento mi cuerpo recostarse en algo de metal, algo frío que seguramente trajeron al mismo cuarto donde estaba.
Siento mis manos y mis pies ajustándose a la mesa y mi cuerpo temblando.
M quita los tapones de oídos.
— Esto va doler un poco.
Me asusto más.
Empiezo a sentir como pegan parches en distintas partes de mi cuerpo
—por cada vez que intentes escapar recibirás toques en tu lindo cuerpo.
TOQUES
Entró en pánico, tengo ansiedad de no ver lo que ocurre.
—Pase doctora, aquí está mi proyecto.
—Cuantos litros le voy a sacar?
—2 por ahora y si se porta bien, también necesitamos un molde de su huella dactilar, fueron cosas que faltaron al clon. Este tiene que quedar perfecto.

Operación ChachipiruletaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora