I.2

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-Adara... No me puedo creer que estés aquí- dijo al ver a su hermana al otro lado de la puerta.

-Hola hermano mayor- sonrió.

Sam la envolvió entre sus brazos, abrazándola como no lo había hecho nunca. Su hermana, su dulce e inocente hermana estaba de nuevo con él.

Su querida Adara.

La chica no se quedó atrás, abrazó tan fuerte al moreno que sentía que no lo tenía lo suficientemente cerca.

Sam acariciaba el cabello rubio de la chica mientras que tenía los ojos cerrados con fuerza para no llorar, nadie sabía cuánto la había extrañado, habían sido los 7 años más largos de toda su vida, sin aquella chica a su lado. No sabía vivir sin ella, no supo estar sin ella.

Necesitó a su Adara en todo momento.

El moreno deshizo el abrazo sólo para sujetarla por los hombros y mirarla fijamente a los ojos.

-Prométeme que jamás te volverás a ir de mi lado- dijo la voz rota, su labio inferior temblaba.

-Sammy, no llores- dijo ella viéndolo con ternura.

-No lloro, este Wilson no llora- Adara rodó los ojos divertida- Promete que no te vas a ir de nuevo.

-Lo prometo Sam, lo prometo. Juntos volamos- dijo ella levantando su mano y extendiendo su dedo pulgar.

Sam sonrió de lado.

-Juntos caemos.

Dicho aquello el moreno unió su dedo anular con el de ella, sellando una prometa Wilson.

Sam se hizo a un lado y la dejó pasar a su casa, Adara admiró su alrededor, pequeña pero agradable, cómo y cálida. Sam la abrazó por los hombros, besando su mejilla derecha.

-Has crecido- dijo viéndola de pies a cabeza y separándose de ella para ir a la cocina y sacar un zumo de melocotón, sus favoritos.

-Han pasado 7 años, Sammy, dejé de ser una niña- dijo caminando por el salón, tenía fotos en las estanterías y unas pocas colgadas en la pared. La gran mayoría de las fotos eran de los juntos.

-Me he dado cuenta- apareció mostrando el zumo- Pero algo me dice que esto no ha cambiado- Adara abrió los ojos como platos viendo el zumo de melocotón frente a ella- ¿Te siguen gustando?- lo miró mientras se acercaba a ella- Cada viernes me tomaba uno a las 8 y un minuto de la mañana- ambos rieron mirándose- Cuando lo hacía, sentía que estaba contigo de nuevo.

Adara sonrió enternecida.

-Hermanito, si sigues así no voy a querer irme nunca- dijo cogiendo su zumo, la expresión de Sam cambió a una seria.

-No, no te volverás a ir- se sentaron en el sofá- Vi tu entrevista, tuve que subtitularla, no entiendo el español demasiado bien...- la vio orgulloso.

-¿La viste?- Adara se sorprendió.

-Sí, tuve ayuda para encontrarla pero... La vimos- sonrió sabiendo a quiénes se refería- Estamos muy orgullosos de ti, pajarito.

-Ese apodo...- cerró los ojos agarrando su mano- recuerdo cuando me lo pusiste- abrió los ojos- Estábamos en casa, mirando por la ventana cuando un pájaro se acercó a mí y se posó sobre mi dedo en vez del tuyo.

-Recuerdo enfadarme porque los animales te querían más a ti que a mí- Adara hizo como que pensaba.

-Bueno... Eso no hubiera pasado si tú no le hubieras lanzado piedras a los gatos- ambos rieron.

Sam de pequeño era un travieso. Se formó un silencio, no era incómodo sino acogedor, extrañaba ese tipo de silencios.

-¿Qué tal por España?- habló rompiendo el silencio, Adara sonrió triste. Debía contarle la triste realidad, lo que ocurrió aquel día, lo que hizo, pero antes intentaría evitarlo. Aunque siendo Sam Wilson su hermano no iba a poder librarse.

LITTLE BIRDWhere stories live. Discover now