Tsukishima y Yamaguchi, creen haber terminado con el capitulo de sus vidas en el que el otro esta presente, pero el destino parece empeñado en jugar con este par, y cuando ya no lo buscan, vuelven a conectar.
—Yo...-parecía dudar de lo que diría a continuación, sus ojos nublados por las lagrimas.
Nadie hablaba, luego de unos minutos tortuosos para el que esperaba la respuesta a tamaña confesión, el contrario pareció aclarar su mente. Se acercó lentamente a la persona que le acaba de ofrecer sus sentimientos, lo tomo por el cuello de la camisa, y junto sus labios. Fue breve, y cruel, el darse cuenta de lo que había: nada, era lo único que pasaba por su cabeza-Lo siento mucho, yo... Yo no puedo corresponder a tus sentimientos.
Se alejó lo suficiente, para que ambos pudiesen volver respirar lejos del otro, y de repente, un gimoteo, uno que en su vida esperaba escuchar, salió de los labios de la persona que jamás hubiese querido herir; y sin poder controlarlo, él lo acompaño en aquel llanto, había dos corazones rotos, razones diferentes, pero igualmente rotos. Una breve llovizna comenzaba acompañarlos, cayendo efímera mente sobre los hombros de ambos muchachos, plantados en medio de la calle.
Dio un respingo, cuando un señor de cuerpo más abultado se sentaba junto a él. El chico trato de recuperarse de la pesadilla vivida que había tenido, tratando de ubicarse en el tiempo y espacio que se encontraba.
Dedujo que estaba en el autobús, eso era claro, pero en que parada se encontraba, ni la menor idea. Sabía que si seguía así debería visitar un doctor, se dormía donde fuera, se desorientaba y ni siquiera descansaba, cada vez que lograba cerrar sus ojos, recuerdos aleatorios lo visitaban en forma de pesadilla. Cuando pudo conectarse con la realidad, pudo notar que se había pasado al menos ya tres paradas, con apuro le brindo una sonrisa al hombre a su lado y le pidió permiso para escabullirse velozmente a la puerta, una vez que se pudo bajar reviso su teléfono, esperando lo peor.
Tenía dos llamadas perdidas, al desbloquearlo, al intentar devolverlas se encontró con una notificación que le hizo sacar la primera sonrisa del día y de paso se lo compuso un poco.
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No alcanzo a escuchar el audio...
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