La mirada penetrante y casi asombrada con la que le abren la puerta hace subir su ansiedad. Esos iris lo recorren buscando una explicación y automáticamente comienza a arrepentirse de haber llegado hasta allí. Se sentía inseguro y sumamente miserable, parado completamente sucio frente al 32 de la calle Pirson-Harman. En medio del pulcrísimo complejo departamental resaltaba como una mancha, un error inaceptable.
Antes de que pudiera huir de la escena, un usual tono sarcástico romper el incómodo silencio reduciendo su creciente ansiedad devolviéndole un sentimiento de normalidad que lo rememora mucho tiempo atrás. Le recuerda a cuando los apodos cursis eran una broma interna y las frases con doble sentido un escape para una atracción palpable. Cuando las competencias de ingenio eran por el puro morbo de saberse mejor que el otro y las sonrisas orgullosas no escaseaban. Cuando se atrevía a ser petulante con sus palabras, porque creía que realmente valían algo.
— Pero mira lo que tenemos aquí. — dice burlón el hombre moreno y semidesnudo apoyado contra el umbral. Piel descubierta y músculos fibrosos se tensan bajo la atenta mirada del inesperado invitado, quien fascinado por la vista no puede evitar vagar hasta perderse en un oscuro sendero, demasiado al sur para ésta hora del día. Sus respiraciones se atascan cuando sus ojos castaños, brillantes cual leños ardientes, se detienen sobre el elástico peligrosamente suelto de esos pantalones de chándal. Casi puede escuchar su cerebro trabajar imaginándose la dura y basta sorpresa que se oculta debajo de la gastada tela del pijama del hombre descalzo frente a él. De solo pensarlo, el impulso de arrodillarse y comprobar con sus propios ojos todo lo que él podía ofrecerle, hacía sus manos picar y su aliento jadear. Por Dios, no era justo que luciera así, tan relajado y sexy, con el pelo revuelto de recién despertado y con una sonrisa depredadora como si fuera a devorarlo.
— También me alegro de verte Stiles. Estoy seguro de que tienes muchas cosas en mente. ¿Por qué no pasas? Me aseguraré de ayudarte con eso. A menos, claro, que estés pensando hacerlo aquí. — Un afiladísimo colmillo retiene su labio inferior mientras el hambre baila en su mirada y se aparta para dejarlo pasar. Es obvio que lo hace apropósito. Juega con las palabras como un abogado siniestro. Las usa y enreda a su gusto; al punto en que, en sus labios, hasta la más inocente de ellas termina torciéndose en una pecaminosa invitación a algo más.
Esta tan rojo y avergonzado que no puede evitar esquivar su mirada exponiendo su cuello en el proceso. Un gruñido retumba en el pecho del lobo al verlo tan sumiso y vulnerable. Pero él no se deja llevar. Más allá de todo lo que provoca en su lobo el verlo de esa manera, sabe que el chico no está bien, que ha pasado por mucho y que la tinta seca sobre su ropa no es más que la gota que colmó el vaso. Uno que han estado llenando y abusando desde hace tiempo, y que hoy, han logrado finalmente resquebrajar por completo. Justo lo que Peter estaba esperando.
Sabía que la estaba pasando mal, que poco a poco estaba terminando de quebrarse, pero también sabía que debía esperar. Debía ser paciente y aguardar a que su adorada presa viniera por su propia cuenta a la boca del lobo. Tenía que esperar a que llegara a ese punto sin retorno en que finalmente lo tuviera solo para él, lo suficiente dispuesto y desesperado para rogarle con su propia boca que lo devorara por completo. Y, si su mirada revelaba algo, era lo cerca que estaba de conseguirlo. Solo era cuestión de jugar sus cartas correctamente, y para su suerte él era un jugador sumamente hábil. Esta partida era completamente suya, no hacía falta que acelerara las cosas. Porque sí, iba a devorar a ese dulce muchacho, pero todo a su debido tiempo, primero, necesitaba hacer algo con ese lamentable aspecto.
Mientras lo escudriñaban no podía sentirse más ansioso y apenado. De pronto se sentía tan pequeño y débil. Había sido solo una mala broma y, sin embargo, había salido huyendo como un niño pequeño, cubierto de lágrimas y pintura. Debía lucir completamente patético.
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Besado por Sombras *Steter*
FanfictionEl Nogitsune ha pasado por Becon Hills dejado un reguedero de cuerpos y desgracia tras de sí. Luego de que *eso* abandonará su cuerpo, Stiles, creyó que la paz regresaría. Que podría olvidarlo todo y dejar ese "yo monstruoso" en el que se había con...