4 La Huida

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Las lágrimas de Ron no dejaban de caer. No podía ser. Le habían destrozado la vida solo por dinero. Viktor lo abrazo y espero que se calmara mientras le limpiaba las lágrimas .

- Sé cómo sacarte de aquí – dijo Viktor en voz baja – pero tienes que confiar en mí. Hace semanas estoy a cargo de tu comida y has mejorado. Estoy completamente seguro que ni bien te pongas un pie fuera de este lugar recuperaras tu vida

- Pedo ño van a dejanme inme – dijo Ron llorando

- Por eso tienes que escapar, hermoso – dijo el enfermero

- ¿onde?

- Yo te voy a sacar de aquí, ¡Hoy mismo! – dijo Viktor – tú solo dime que quieres irte, y yo me hago cargo de todo. Antes que acabe el año volverás a ser tú mismo

- Quedo – dijo Ron sonriendo emocionado y Viktor tomo su rostro para besarlo apasionadamente – Ño – dijo el pelirrojo – ño quedo. Ño me gutan loj ñiños. Pedon

- No te preocupes – dijo Viktor más calmado – al menos podemos ser amigos ¿No? – y Ron sonrió

Las horas pasaron lentamente para el pelirrojo. Las palabras del médico daban vuelta en su cabeza. ¡Blaise lo drogaba por órdenes de su propio padre! ¿Qué clase de monstruo eran? Tenía que ir a la policía y demostrar que era un hombre sano. Tal vez ni siquiera necesitaba meses como Viktor le había dicho, quizás con un par de días le bastarían para desintoxicarse de... de lo que sea que le hubiesen estado dando en el último año. Recuperaría su carrera. Su fortuna. ¡Su vida! Y entonces haría pagar a todos y cada uno de los que lo habían encerrado ahí. Su abogado. Su padre. Zabini. Draco, ¿acaso su amigo también estaba metido en eso? Lo dudaba. Malfoy era demasiado quisquilloso como para arriesgar su reputación de esa forma. Y entonces lo recordó.

Poco antes que empezara a enfermar, había entrado al cuerpo médico un nuevo preparador físico al equipo. Gilderoy Lockhart, un tipo reconocido por su ineficiencia pero muy amigo de Pius Thicknesse, presidente del club. Lockhart siempre estaba en los medios de farándulas con alguna nueva conquista. Sin embargo una semana después que el hombre había empezado a trabajar con ellos, él había empezado a presentar los primeros síntomas de lo que sea que tuviese. ¿Y por qué estaba casi seguro que Lockhart era responsable de todo lo que le pasaba? Simple, el entrenador físico había descubierto horas antes de su boda que él había sido el protagonista en la despedida de soltera de su prometida, la periodista de farándula Rita Skeeter.

Sobraba decir el escándalo que eso había producido en el medio, y la posición en la que Lookhart había quedado ante la opinión pública.

Definitivamente, Lookhart encabezaría su lista de venganza.

Un rayo de luna entraba por la ventana y le bañaba el rostro mientras desde su cama veía como la brisa de la noche movía suavemente la cortina de su ventana. Aun escuchaba a Blaise tirando el pañal que le acababa de quitar. Los usaba por simple protección ya y era algo de lo que se sentía sumamente orgulloso, pero entonces lo recordó. Todo era por la droga que le daban

- Muy bien, ya todo está en orden – dijo el médico saliendo del baño mientras se secaba las manos – ¿tienes sueño? – pregunto subiéndose a la cama y sentándose a la altura de la cabecera – ¿quieres ver televisión?

- ¿Podemo ve Chi Ei E? – dijo Ron

- CSE es un programa muy violento – dijo Blaise levantándolo y acomodándolo sobre sus piernas

- Pedo yo ño soy un bebe de vedad – dijo Ron mirándolo fijamente – yo che que chodo e mentida

- Claro, perdóname. No quise – dijo el psiquiatra sonriendo apenado – a veces olvido que... – y Ron por un momento no supo definir que ocultaba realmente la mirada penetrante del moreno, pero algo le decía que era mucho peor de lo que él alcanzaba a imaginar

Fábrica De BebésDonde viven las historias. Descúbrelo ahora