Sé sincero.

641 98 1
                                    


—¿Por qué no eres sincero? —Con la calma característica del menor, se adentro en la oficina de su hermano, quien, al no escuchar su llegada dio un respingo.

—¿Qué te dije sobre tocar la puerta, Kota? —desvió su mirada hacia los documentos en sus manos, tardó un par de segundos para colocarlos en su escritorio, se quitó los lentes de lectura para finalmente prestar total atención a su hermano menor.

—Lo siento —se disculpó apenado, Ryuu sonrió invitando al menor a tomar asiento delante del gran escritorio de madera, Kotarou así lo hizo. Pasaron unos segundos en completo silencio hasta que el mayor se removió incómodo ante la insistente y sería mirada del menor.

—¿Pasó algo malo? —al fin dijo, sin querer seguir en silencio, porque, a pesar de ser su hermano menor, Kotarou podía llegar a ser intimidante.

—Lo mismo quería preguntarte.

—No entiendo, Kota.

—Me refiero... —guardó silencio por unos segundos, tratando de acomodar sus ideas para poder encarar a su hermano y ser lo más suave posible. Entendía la inseguridad de su hermano, él la tuvo al momento de declararse a Taka, sin embargo, también era consciente de la diferencia entre las situaciones de ambos. Ryuu siempre dio prioridad a su educación y cuidarlo cuando solo era un bebé, nunca tuvo tiempo para amigos o alguna pareja sentimental. Agradece eso, pero a su parecer era momento de cambiarlo —¿Por qué no te has confesado a Kamitani?

El rostro de Ryuuichi adquirió un intenso color escarlata, las manos comenzaron a sudar y desvió la mirada. Kotarou se preguntó mentalmente sí había sido muy directo...a juzgar por la reacción de su hermano, resultaba obvio, daba igual, ya no hay vuelta atrás, tenía que seguir por el bien de su hermano y Kamitani.

—No...no entiendo de qué hablas —logró articular. El menor abrió los ojos sin creerse siquiera el que su hermano tratara de negarlo. Algunas veces Ryuuichi podría ser muy raro a ojos de Kotarou.

—Francamente... —apoyó los codos en el escritorio, entrelazo sus manos dejando caer con suavidad su mentón —entiendo tu inseguridad —Ruyuuichi tenso completamente su cuerpo —No sé gran parte de la historia...

—Kotarou —lo interrumpió el mayor tratando de mantener la compostura —Mis relaciones personales no son...

—Lo son porque me importas y quiero verte feliz —al igual que su hermano, adoptó una posición seria. Tendría que ser firme, aún cuando odiaba serlo con Ryuu. Endureció su mirada —Kamitani se marchara en dos días. Puedes declararte, independiente de su respuesta, lo habrás sacado de tu sistema.

—Kotarou...

—Tómalo como un consejo —se puso de pie, miró a su hermano por unos segundos, confiando plenamente en que tomaría la mejor decisión —Saldré con Takuma —sin más abandonó la habitación dejando a un pensativo Ryuuichi.

———————


Dos días, él se iría en dos días.

Observó de manera distraída las nubes en el bello cielo azul. Pensó en sacar su teléfono móvil para capturar tan perfecto momento, sin embargo, los pasos perezosos sobre el césped lo hicieron voltear a la persona caminando en su dirección. Sonrió hacía Usaida.

—Hola, Usaida —le dijo una vez estuvo a su lado.

—¿Qué haces por aquí? —le pregunto mirando a el chico sentado en el césped —Encontraste mi escondite para dormir —le dijo, sentándose junto al muchacho, quien, aún lo miraba.

—Tuve una conversación incómoda con Kota —volvió a mirar el cielo —quise despejarme un rato.

—¿Y qué piensas hacer? —preguntó perspicaz, evitando la mirada a propósito para no ejercer tanta presión en Ryuuichi. Suficiente lo había hecho Kotarou.

—¿De...de qué hablas? —Trato de fingir demencia a lo que consideraba demasiada presión para sus sentimientos.

Quería estar solo, y que tratarán de sacarle una respuesta o incentivarlo para que haga algo que, claramente no estaba preparado para hacer, empezaba a irritarlo.

—Oh, nada —dijo, inclinando la cabeza aún sin verlo —Kotarou suele dar buenos consejos —levantó los hombros con una clara expresión divertida —a veces me pregunto quién es el mayor —ahora sí que lo miraba.

Ryuuichi sintió un ligero escalofrío al momento de encontrarse con la mirada de Usaida, se sentía incómodo y juzgado, a pesar de no ser la intención de Usaida, o eso quería pensar.

—Eso creo —ignoro el último comentario desviando la mirada a sus zapatos.

Usaida sonrió con dulzura.

—¿Sabes cuál es la palabra más triste? —le pregunto de manera lenta, tratando de que el chico a su lado bajara un poco la barrera de inseguridad que había creado luego de rechazar a Hayato.

Porque sí, Usaida sabía perfectamente de la confesión de Hayato, el rechazo de Ryuuichi y su adorable intento de esconder sentimientos demasiado obvios.

—¿Palabra? —preguntó el menor, dando una mirada por el rabillo de su ojo.

—Sí, una palabra que es capaz de hacerte pensar y sentir mal.

—No.

—Hubiera —contesto de manera calmada, espantando una reacción por parte del otro.

—¿Por qué? —entrecerró los ojos tratando de darse una idea de adónde quería llegar su amigo.

—Hubiera quierido ser, hubiera aprovechado la oportunidad, hubiera dicho lo que siento...

Ryuuichi se tenso ante la última oración, sintiéndose expuesto dos veces en un día. Apretó los puños, tratando de calmarse. Eran sus sentimientos, ¿Por qué tenían que tratar de darle consejos e indirectas cuando no lo pidió? ¿Sabrían siquiera lo confundido y perdido que se sentía? ¿Les importaba al menos?

Sintió una pequeña caricia en su cabeza, miro a Usaida de pie, a su lado, sus ojos reflejaban comprensión y una sonrisa llena de dulzura que solo le había visto dirigida a Midori.

—Dime Ryuuichi ¿Qué hubiera pasado si...?

———————

Suspiró sin ánimos de seguir observando la gorra en su mano.

Había pasado ya un par de años desde que Ryuuichi le dió dicho objeto. Un regalo por su primer juego profesional. Recordó la gran y brillante sonrisa de Ryuuichi y como trato de cubrir su sonrojo de forma torpe, después de dar un gracias por el bonito detalle.

—Soy patético... —dejó escapar de sus labios. Miró el objeto unos minutos más antes de tomar una decisión que debió tomar hace algunos años. Beso la gorra para posteriormente tirarla al tacho de basura y con ella, las escasas esperanzas de ser correspondido.

Un adiós a sus sentimientos.

Mi persona especial.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora