Confesión.

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El ruido de la campanita trajo algunas miradas curiosas que se alejaron casi al instante, poco le importó al toparse con la mirada de su castaño amigo. Ryuuichi agitó la mano a modo de saludo con una sonrisa radiante, complementando de manera perfecta con los cálidos rayos del sol filtrados desde el ventanal, dando directamente a su cabello y parte de su rostro.

Dejando el pensamiento de lo angelical que se veía, se preguntó vagamente si no le molestaba el sol, aunque a juzgar por su expresión parecía no importarle.

Hayato sonrió un poco, sintiéndose tonto por lo nervioso de hace unos minutos; Ryuuichi seguía siendo el mismo chico amable con sonrisa encantadora y aura alegre. Le transmitía paz y calidez, no inquietud ni rechazo. Esa faceta infantil de enamoramiento había evolucionado hace tiempo por algo más puro y real, con seguridad podía decir que era amor.

Sacudió la cabeza ante el fugaz pensamiento. Ya habría tiempo de autocompadecerse después de su charla, probablemente Ryuuichi quisiera pasar tiempo con él antes de partir por la mañana; después de todo, no había tenido tiempo de visitarlos en casi un año. Los entrenamientos se ponían más rigurosos con el transcurso del tiempo. Tampoco estaban incomunicados, en realidad, los mensajes de texto eran casi tan frecuentes como los de su hermano o madre e incluso tenían videollamadas cada semana, aunque claro, no sé comparaba con sus charlas en persona.

Se acercó hasta estar al otro extremo de la pequeña mesa circular justo frente a su amigo, dio un saludo rápido y finalmente se sentó.

—Siento ser tan inoportuno —comenzó la plática Ryuuichi. Hayato miró extrañado el nerviosismo casi imperceptible de su acompañante.

Abrió la boca listo para soltar un cuestionamiento y preparándose mentalmente para posibles malas noticias, sin embargo, la chispeante voz de su mesero interrumpió cualquier intento de plática.

—Sean bienvenidos ¿Puedo tomar su orden?

—Ah, sí... —Ryuuichi dio una rápida mirada al menú sobre la mesa— un frappuccino de vainilla y una tarta de chocolate, por favor.

—Un latte.

El mesero terminó de anotar el pedido, les dedicó una sonrisa a ambos y se alejó, no sin antes prometer que su pedido estaría listo en poco tiempo.

—Ryuuichi —comenzó, ganando la completa atención de su compañero —¿Hay una razón para invitarme?

—¿Razón?

—Sí.

Debajo de la mesa Ryuuichi jugueteo con sus dedos, miró a su acompañante, siendo consciente de los posibles malos escenarios en la mente de su amigo. El nudo en su garganta le impidió dar una respuesta verbal, así que asintió con la cabeza, cuadró los hombros tomando el suficiente valor para ignorar su miedo al rechazo.

"Dime Ryuuichi ¿Qué hubiera pasado si..?"

Tragó el nudo en su garganta, mirando directamente a los ojos de Hayato, su expresión seria le hizo dar un vuelco a su corazón. De pronto las incógnitas atacaron su mente de nuevo, después de ser rechazado ¿podrían hablar con normalidad? No lo dudaba por parte de Kamitani, pero él...

"Puedes declararte. Independientemente de su respuesta, lo habrás sacado de tu sistema".

—Sí, tengo que decirte algo.

—Te escucho.

—Tú me...

—¡Aquí tienen! —Una vez más, el camarero hizo notar su presencia, depositó los pedidos en el lugar correspondido. Sin ser consciente de la interrupción, sonrió a ambos —¿Puedo ayudarlos con algo más?

—No, gracias.

El valor se esfumó al momento, suspiró abatido. ¿Era alguna especie de karma por rechazar los sentimientos de Hayato hace años?, ¿alguna señal divina?, ¿algún Dios bromista que se divertía de lo lindo a costa suya?

¿Estaba siendo dramático? Sin duda.

———————


La caminata a la estación de tren fue silenciosa a excepción de los pasos apresurados de las demás personas y la brisa que golpeaba su cuerpo de vez en cuando. Lo hubiera disfrutado de no ser por el extraño comportamiento de Ryuuichi en la cafetería. Tendría que ser ciego o estúpido para no notarlo, pero no quería presionarlo, así que al estar en la estación de tren, volteo directamente a Ryuuichi, ganando un chillido bajo.

—¿Ocurre algo malo? —preguntó de manera suave —puedes decirme lo que sea —sonrió un poco —cuando estés listo.

Los ojos de Ryuuichi comenzaron a lagrimear, dejando las presiones de su hermano y amigos caer. Porque, este es Hayato Kamitani, un chico serio pero de gran corazón, amable y paciente como solo él puede ser. Sonrió de vuelta.

—Gracias.

Su amigo solo asintió, viendo el metro deteniéndose. Le dedicó una despedida dulce, caminando directamente al vagón, sin embargo, la despedida se sintió diferente, había algo más en la mirada de Kamitani, algo que lo hizo entrar en pánico.

No se parecía a los hasta luego que le dedicaba en los continuos ir y venir de sus visitas en vacaciones o cumpleaños, parecía algo más crudo, más doloroso: un adiós.





"—Mañana se irá— escuchó decir a Takuma a través de la puerta de Kotarou, la llamada estaba en voz alta, las pequeñas protestas de los demás no se hicieron esperar".

"—Hablé con Ryuu —ahora fue el turno de Kotarou —no estoy seguro de qué pasará".

"—¡Ahh, todo nuestros planes fueron un fracaso!— Bramó Kirin —al menos no todo está perdido. ¿Verdad, Taka?— trato de sonar alegre".

"—Yo no estaría tan seguro..."

"—¿De qué hablas? —exigió Midori".

"-—Ayer... mi hermano tiró la gorra que Ryuuichi le regaló".

"—¿Y? ¡Esa cosa se la regaló hace años!"

"—¡Lo sé, bruja! ¿Pero, por qué ahora?"

"—..."

"—Diablos".





—¡No, espera! —tomó su mano, las puertas se cerraron luego de algunos segundos, aún con las manos unidas, Hayato volteó, encontrando los ojos llorosos de Ryuuichi —tengo algo importante que decirte y no puede esperar.

Porque Kamitani ya ha esperado demasiado.

—¡Te quiero!

—¿Qué?

—¡Te quiero!

Hayato vaciló sobre su respuesta, hace meses, incluso semanas ni siquiera hubiera dudado en corresponderle, pero ahora no estaba tan seguro. Ya había tomado la decisión de seguir adelante, de olvidar y empezar de nuevo.

—Siento incomodarte —habló Ryuuichi luego de lo que parecieron horas, aún con la cabeza gacha dió un ligero apretón a la mano contraria para finalmente soltarla —no tienes que responder ahora. Solo quería que lo supieras.

Mi persona especial.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora