La no cita.

585 87 1
                                    

Deslizó el cierre de su maleta con parsimonia. Acomodó su equipaje en un pequeño rincón junto a la puerta de su habitación, listo para salir a primera hora el día de mañana.

Sonrió al visualizar como sus sueños se cumplian poco a poco, o al menos la mayoría… sacudió ligeramente la cabeza para no pensar en su desastrosa e innecesaria vida amorosa, prefirió concentrar sus pensamientos en sus logros; siendo uno de los beisbolistas más prometedores de su generación, apuntaría más alto e iría, ya había perdido mucho tiempo en mantener esperanza en algo tan improbable.

Siguió dando rienda suelta a sus divagaciones, mientras miraba por la ventana el pequeño jardín con flores, siendo bellamente iluminado por los rayos del sol. Una de las pocas cosas que no había cambiado desde que se fue.

El sonido de su móvil lo sacó de sus deprimentes pensamientos, sin ver el identificador contestó con desagrado.

—¿Diga?

—Ho… hola, Hayato —Ryuuichi apretó el teléfono en su mano, tratando de controlar el intenso palpitar de su corazón al escuchar la profunda voz del chico al otro lado de la línea.

—Ryuuichi —de forma inconsciente suavizó su voz, al darse cuenta carraspeó, adoptando una postura firme y un tono de voz monótono y duro —¿Necesitas algo? —escucho el jadeo de sorpresa en la línea. Odio sonar tan serio con Ryuuichi, pero, la decisión de poner distancia para erradicar sus sentimientos románticos seguía en pie, tan firme como ayer.

—Mañana te irás ¿Verdad? —su voz tembló, nervioso espero una respuesta del mayor de los Kamitani, mordió su labio inferior. El valor reunido se esfumaba poco a poco al no escuchar respuesta.

—Sí, mañana a primera hora es mi vuelo a Tokio.

—Antes de irte ¿Tienes tiempo de vernos en dos horas? Sé que es repentino y si no puedes no hay problema, lo entenderé.

—¿En dónde?

—En la cafetería al lado de nuestro antiguo instituto —antes de escuchar algo más, los nervios lo traicionaron, colgando con un pequeño grado de violencia, respiro profundo mirando fijamente su escritorio. Era ahora o nunca.

———————

—¡Hermano! —la escandalosa voz del adolescente lo hizo irritar al instante, terminó de acomodar su camisa dando un vistazo a un espejo de cuerpo completo.

Genial, quería poner distancia y se sentía como una chiquilla en plena pubertad arreglándose para su primera cita.

Los sentimientos no se desvanecen tan rápido, para su desgracia.

—¡En la habitación de la… —se detuvo un momento, recordando que su madre se encontraba en casa y no quería un golpe, suficiente tenía con la no-cita en cuarenta minutos —de mamá!

Los pesados pasos de su hermano fueron rápidos y torpes, en menos de dos minutos el menor dio un portazo agitando de manera fúrica algo que Hayato no pudo identificar.

—¡Tiraste la gorra de Ryuuichi! — paro en seco, con un destello de enojo en sus ojos.

—¿Y qué?

—¿Cómo qué "y qué"? —se cruzó de brazos, cual mamá esperando una respuesta de su problemático hijo, esa expresión hizo que el mayor elevará una ceja divertido.

—Eso mismo —exclamó exasperado, llevando ambas manos arriba, murmurando cosas que Hayato no comprendió.

—Te la dió Ryuuichi —empezó, hablando como si estuviera tratando con un pequeño de no más de tres años en lugar de su hermano mayor — dijiste que nunca la tirarías.

—Cambie de idea.

—¡Mamá! —dejo de mirarlo para dirigir su atención a la puerta —¡Tu hijo está actuando como un idiota!

—¡¿Eso es raro?!

—¡Estoy escuchando, mujer!

Mi persona especial.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora