Llevo toda la semana alternando entre éste y Musa, así que pido perdón si está bien ojete comparado con el anterior, siento que cayó drásticamente ;-;
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La tensión en el aire era tal que podría asfixiar a cualquiera, Minho sujetando con fuerza a Dori mientras Soonie se apresuraba a llegar a él, escondiéndose detrás de sus piernas mientras miraba con enormes ojos curiosos a aquel hombre.
Felix y Seungmin, imitando a la niña, se escondieron detrás de Minho, sus ojos yendo desde el hombre con ellos y el que seguía mirándolo con una sonrisa burlesca, preguntas pugnando con salir de sus labios, siendo retenidas para no meter la pata.
—Es peligroso lanzar cuchillos así—murmuró Minho con el ceño fruncido, agitando la mano en el aire en dirección a donde Doongie aún estaba parado—Puede herir a alguien.
—Tú más que nadie sabe que nunca me equivoco—recordó aquel artista, enarcando una ceja— ¿Dudas de mi puntería?
—No lo sé, la cicatriz en su rostro dice algo—gruñó Minho.
Felix y Seungmin se removieron inquietos, mirando a los niños y al padre de éstos, notando de ante mano que Minho estaba conteniéndose para no crear una escena; perder los estribos frente a sus hijos era lo último que necesitaba, pero estaba tenso de pies a cabeza, temblando levemente, sus brazos amenazando con dejar caer a su hija dormida en el menor descuido mientras más tiempo pasaba ahí.
— ¿Se hizo la cicatriz haciendo eso con los cuchillos?—preguntó Doongie.
Minho vio a su hijo caminar hacia el hombre con ellos, sus ojos brillando llenos de curiosidad, recordándole a Minho una época más joven donde fue su curiosidad lo que le rompió el corazón, dando un tembloroso paso al frente en su intento de atraerlo, ponerlo a salvo junto con Soonie, pero Doongie siempre fue demasiado curioso, imprudente, yendo a buscar las respuestas él mismo.
Jisung, el gran artista de los cuchillos, relajó su expresión y se inclinó ante el niño, mirándolo de una manera mucho más amable.
— ¿Esto?—preguntó, señalando la cicatriz en su rostro—Sí, era joven y estúpido cuando lo hice.
— ¡Esa es una mala palabra!—reprendió Soonie desde su lugar, haciendo que Jisung la mirara.
—Exacto, así que no la repitas—asintió, volviendo su atención a Doongie— ¿Te gustó el espectáculo?
— ¡Fue asombroso!—exclamó el niño, alzando las manos al cielo— ¡Las mariposas y el fuego! Me gustó mucho lo que hiciste con los cuchillos, ¡se convirtieron en burbujas! ¿Cómo hiciste eso?
— ¿Quieres ver? Puedo mostrarte.
Doongie jadeó, apresurándose a mirar a donde su padre se encontraba, anhelo brillando en sus ojos. Minho sentía que era físicamente imposible negarle algo a esa cara, sencillamente no podía, pero en ese momento estaría sacrificando su cordura a favor de complacer a sus hijos y simplemente no podía.
—Ya es tarde, mañana hay escuela—Felix fue quien intercedió al ver que Minho no podía hablar por su cuenta.
—Cinco minutos—suplicó Doongie, juntando las manos y haciendo un mohín—Por favor, ¿sí?
Minho miró hacia abajo, encontrando a Soonie mirando con interés a Jisung, como si gran parte de ella deseara correr hacia él para ver los secretos de aquel espectáculo, pero no estaba del todo segura de hacerlo. Dori seguía profundamente dormida en Minho, su mano agarrándose con fuerza a su suéter mientras suspiraba entre sueños, y sabía que debía llevarla a casa, a todos ellos, debía acostarlos y seguir con su vida como llevaba haciendo desde los 17 años.
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El Circo de los Hermanos Bang.
FanfictionLee Minho siempre ha odiado los circos, recuerdos de su juventud que prefería evitar, pero cuando sus hijos le piden que los lleve al nuevo circo en la ciudad, poco puede hacer para decirles que no. Quizá sea su forma de reconciliarse con el pasado...