3: Trucos de Feria.

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Una ENORME disculpa por este capítulo siendo que está muy sin forma pero es que llevó escribiéndolo durante una semana y les juro que no di para más ;-;

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Minho suspiró mientras intentaba hacer que sus hijos subieran al auto. Dori se mantenía firmemente en su cadera, agitando ese viejo y feo oso de peluche. Minho sabía que ella podía caminar al auto perfectamente, después de todo ya tenía dos años y, según Felix, ya sabía contar hasta cinco, pero ver corretear a Soonie y Doongie sólo haría que Dori quisiera seguirlos y no está iniciando su mañana con llantos agudos.

El adulto le quitó los seguros al auto, esperando que aquel sonido hiciera que los mellizos se subieran a la parte trasera, pero por el contrario Soonie se encontraba señalando al público imaginario del jardín mientras Doongie fingía que el listón que su hermana había traído en el pelo, al menos cuando cruzaron la puerta, era un látigo.

—Con ustedes, ¡el gran Doongie y su látigo de fuego!—exclamó la niña, aplaudiendo y gritando como si fuera parte del público.

Minho suspiró, maniobrando con una niña de dos años en la cadera, dos mochilas y sus respectivas loncheras, un portafolio y una pañalera. Logró abrir la cajuela con algo de dificultad, haciendo que Dori se retorciera para seguir mirando lo que sus hermanos hacían, sus ojos brillando con curiosidad, deseando formar parte de ello. Minho dejó caer sin cuidado alguno las mochilas en la cajuela, colocando con un poco más de cuidado las loncheras, no queriendo que la comida se les batiera. Después colocó la pañalera, repasando mentalmente lo que había empacado aquel día antes de mirar a los gemelos.

—Lamento decirlo, pero el show debe terminar—anunció, cerrando la cajuela y yendo abrir la puerta trasera del auto—El gran Doongie debe regresar el látigo de fuego a la coleta de su hermana y encaminarse a la escuela.

—Si somos artistas de un circo, no necesitamos estudiar—se quejó Doongie, siguiendo a Soonie al auto.

—Ahí es donde te equivocas—murmuró Minho, deteniendo a Soonie para que Doongie subiera primero—Los artistas del circo reciben clases por correo.

—Cuando sea grande, quiero ser como Chan—declaró Soonie, esperando a que su padre acomodara a Dori en su asiento—También seré dueña de un circo.

—La semana pasada dijiste que querías ser veterinaria—recordó Minho, incorporándose después de asegurar a Dori para tomar el listón de las manos de Doongie y ponérselo a su hija en el pelo—Insististe en eso, incluso comenzamos a ver documentales en Animal Planet.

—Barbie me enseñó a que yo puedo ser lo que quiera ser—sentenció la niña, dejando que Minho volviera a hacerle el moño en la coleta antes de permitirle subir al auto.

—Barbie tiene 24 años desde hace más de 63 años, Soonie—informó el adulto, señalando el cinturón antes de ir al asiento del conductor.

Su auto era lo más nuevo que se podía permitir, no se trataba de un deportivo y tampoco de una minivan como cualquier familia con más de dos niños debería de tener, pero era suficiente para su familia de cuatro, especialmente cuando el asiento trasero tenía suficiente espacio para la sillita de Dori y los mellizos.

Claro que existía la posibilidad de tener que cambiar el auto cuando Dori creciera, incluso cuando los mellizos lo hicieran, pero entonces Minho sospecharía que comenzarían las peleas por el asiento delantero.

Dejó su portafolio en el asiento del copiloto, sabiendo que de momento nadie pelearía por él, y se colocó el cinturón de seguridad antes de encender el vehículo y dar marcha hacia atrás, el primer destino siendo la escuela de los mellizos.

El Circo de los Hermanos Bang.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora