CAPÍTULO: 4

371 60 8
                                    


CAPÍTULO 4

—¿Cómo que no se puede hacer nada? Debe de haber algo para iniciar con el maldito trámite.

Los gritos de Terence se escuchaban por todo el edificio, era la tercera vez que el señor George le explicaba que hasta que no se comunicara con su esposa para llegar a un acuerdo, no podía iniciar los trámites de divorcio.

—Algo, Villers, debe de haber para acelerar el divorcio. Abandono de hogar, ¡qué sé yo! tú eres el abogado.

—Usted sigue pagando sus cuentas, señor. Cómo pretende que crean que lo abandonó, si mes a mes paga todas sus deudas.

Terry maldijo por ello. Estaba tan ocupado con su día a día, en el trabajo que se le hacía tan fácil liquidar las deudas de Sandra, para que ella no le hablará fingiendo que lo extrañaba.

—Que tonto fui —eran las 11 am. y ya se había terminado una cajetilla de cigarros. Si no fuera por el rato que lograba compartir con Candy, que ahora era su amiga, ya se hubiera vuelto loco.

—Señor Granchester, como le dije se estima que un divorcio de mutuo acuerdo y sin conflictos puede resolverse en seis meses. No antes, le sugiero que hable con su esposa lo antes posible y que tenga paciencia.

—Seis meses es mucho tiempo, pero si no hay otra opción, esperaré. Le aseguro que no habrá ningún conflicto, ella estará de acuerdo.

Era tarde, necesitaba desahogarse con alguien, esa mañana no vio a Candy en la cafetería y fue a buscarla a la oficina. La encontró con la carita cansada por la mala noche que pasó, los ojos todavía inflamados de tanto llorar, el peinado desarreglado y la hermosa blusa rosa que él le regaló desacomodada. Delante de ella un vaso grande de café, tenía la mirada clavada en su laptop, su cara apoyada en su mano derecha estaba sumamente concentrada. Se quedó en el umbral admirando la belleza genuina de Candy.

Levantó la mirada y la sonrisa de Terry desapareció al observar los enrojecidos ojos, corrió hacia ella sin poder evitarlo

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Levantó la mirada y la sonrisa de Terry desapareció al observar los enrojecidos ojos, corrió hacia ella sin poder evitarlo.

—¿Qué pasa? ¿Te encuentras bien? —preguntó preocupado, creyendo que le aquejaba algo. Candy se arrojó a sus brazos y dejó salir todo el llanto que reprimió durante el día, Annie no dejó de reprocharla diciéndole que se lo advirtió muchas veces, era cierto, pero no deseaba recordar su estupidez. Terry no preguntó más, la reacción de ella decía más que las palabras, aunque no le gustó verla así, se alegró de que su enemigo estuviera fuera de la vida de Candy.

—¿Puedes creer que soy la mujer más tonta del mundo? —dijo aún con la cara enterrada en el pecho de Terry, sonrió con amargura y apretó con más fuerza los brazos de él.

—No. No lo puedo creer. Eres la mujer más inteligente que conozco, pienso que el hombre más tonto del mundo vive en los Ángeles —le acarició la espalda, la suave cabellera de ella se sentía tan bien debajo de su mandíbula. Le dio un beso en la coronilla y después la empujó suavemente, levantó su rostro y limpió sus lágrimas.

EL AMOR DE MI VIDADonde viven las historias. Descúbrelo ahora